"¿Seguiré trabajando en la obra? No lo sé"
La tensión crece entre los empleados tras la primera víctima de ETA por la 'Y'
Al principio de la conversación, el jefe de obra en uno de los tramos de Y vasca recurre a menudo a los eufemismos y a un discurso casi institucional. Donde el periodista pregunta por el miedo en el ambiente tras el asesinato de Ignacio Uria, primera víctima mortal de la campaña de ETA contra el AVE vasco, él responde hablando de "tensión". En su relato, la amenaza terrorista sobre la mayor obra de la historia de Euskadi se convierte en "un condicionante más en una obra que saldrá de todos modos adelante". Cuando la conversación toma un cariz más personal, surgen respuestas cada vez más cortas y llenas de dudas. "Prefiero no contar lo que me ha dicho mi familia", se excusa. A la pregunta de si seguirá trabajando en la obra, a sabiendas del riesgo que conllevaría, responde varias veces con las mismas tres palabras: "No lo sé".
Los trabajadores, en particular los que ostentan mayores responsabilidades, sintieron por primera vez de cerca el escalofrío del terror tras el atentado contra Uria. A la indignación por lo ocurrido, relatan, siguió el temor a que alguien al que no conocen pudiera en un futuro planear su muerte. Que algún vecino cómplice les convirtiese en el siguiente de la lista, desvelando sus datos y su rutina a los asesinos. "Pero si somos obreros, los mismos obreros que estos cabrones dicen defender", recuerda un trabajador del tramo alavés.
De repente, su empleo tiene un añadido que ellos nunca buscaron. Una difusa amenaza, que no afecta a todos por igual, pero que sigue rondando en sus pensamientos desde el miércoles. Algunos de los directivos de las 27 empresas adjudicatarias del proyecto procuran transmitirles tranquilidad, pero de puertas para adentro reconocen a sus empleados más cercanos que temen las consecuencias de la estrategia terrorista, que busca atemorizar a todos los que comparten algún rasgo con la víctima. Entre ellos, ya empiezan a especular sobre qué consecuencias tendrá sobre sus vidas el blindaje de hasta "el último eslabón" de la obra anunciado el pasado jueves por el consejero vasco de Interior, Javier Balza. "No me veo llevando escolta", es una respuesta recurrente entre los de mayor responsabilidad.
"Todo es muy reciente, no es bueno pensar en caliente estas cosas", añade un ingeniero, dejando entender que él se amoldará a la nueva situación pasado el susto de los primeros días: "No es lo mismo que esto te pille casado y con hijos que siendo soltero con 30 años. Eso sí, un aumento de sueldo no nos vendría mal como incentivo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.