Los hoteles de Barcelona pierden rentabilidad y clientes por la crisis

La virulencia de la crisis puede incluso con la gallina de los huevos de oro de Barcelona: el turismo urbano, el turismo del fin de semana largo y el del fin de semana a secas, un negocio que supone el 14% del producto interior bruto (PIB) local. La sensación de que este ramo también se arruga se traduce en cifras: los hoteleros temen una caída en la ocupación para esta Navidad de alrededor de 10 puntos respecto al mismo periodo del año pasado, en línea con lo que está ocurriendo este puente de la Constitución, hasta quedar en una horquilla de entre el 45% y 55%.

"Es inevitable que se note. Si sufren todos los sectores, ¿cómo no lo va a hacer el turismo? Pero las bajadas están siendo inferiores a las de cualquier otra actividad", remarca Jordi Clos, presidente del Gremio de Hoteles de Barcelona.

Las empresas hoteleras están reduciendo sus precios el 10%

El gremio de los restaurantes no sabe a qué atenerse para esta Navidad

Y es que en el país de la prerrecesión económica, el turismo de la capital catalana es lo más parecido al rey: el año pasado batió un récord de ocupación, con 7,24 millones de visitantes y una ocupación media del 80%, por encima incluso de la lograda en los Juegos Olímpicos, con más del doble de hoteles que en 1992.

Este año, los hoteleros se dan con un canto en los dientes pese a calcular una bajada global en el año del 8% respecto a 2007. Clos explica que tanto el turismo de ocio como el de negocios se contrae. "Ese turismo de tres días que tanto viene a Barcelona sufre la crisis, y de las empresas también, porque quieren ahorrar y, si pueden hacer el viaje en el día y evitarse pasar una noche de hotel, lo hacen. Y si puede pasar una noche en lugar de dos, pues también", apunta.

Cada visitante que deja de visitar la ciudad, deja también de comer y cenar en sus restaurantes. Este gremio no sabe muy bien a qué atenerse. Gaietà Farràs, que preside la patronal de la restauración de la ciudad, se debate entre la "incertidumbre" y el "optimismo". "Es que no sabemos muy bien lo que va a pasar; pulsando el sector, unos te dicen que va muy mal y otros que va bien, para estar las cosas así", apunta.

En general, apuesta por mantener el tipo, argumentando que "los hábitos, una vez que se inculcan, son muy difíciles de abandonar y la gente que lleva 15 años acostumbrada a salir por ahí en Navidad seguirá haciéndolo, aunque gastando menos".

Eso explica por qué la alegría y la pena van por barrios. Jordi Clos señala que los hoteles de la ciudad que más caída de clientes están sufriendo son los de cinco estrellas, frente a los de tres o cuatro, y por eso mismo son los que más están ajustando sus precios, con lo que la rentabilidad de las empresas también cae. Las tarifas, en general, están cayendo entre el 8% y el 10%, según Clos, aunque el descuento siempre resulta más llamativo en los establecimientos de categoría alta. Pone como ejemplo uno de sus propios hoteles, el Claris, de cinco estrellas, cuyas habitaciones han bajado unos 30 euros por noche, frente a los 270 que valían de media el año pasado.

La búsqueda del bajo coste también se produce en los restaurantes. Farràs cuenta que los menús que se encargan para las navidades son más baratos que nunca, que los clientes se lo piensan y repiensan, y que los locales que más están notando el descenso de consumo son aquellos que tenían antes muchas cenas de empresas. Pero, en conclusión, tiene muy claro quién será la principal víctima de la crisis: "el restaurante que sea menos profesional".

La mala situación de la economía en España y el mundo entero será un duro examen para los nuevos proyectos hoteleros, que no se detienen en la ciudad: los 22 nuevos establecimientos previstos para este año y el próximo crearán un total de 3.000 nuevas plazas hoteleras. Y muchas de ellas, además, serán de lujo. De 16 hoteles de gama más alta (lo son el Arts, el Claris y el Juan Carlos I, por ejemplo) se pasará a 26 en el año 2010, con el de Marriott y Mandarín Oriental como algunas de las novedades.