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Columna
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El alejamiento del 'Prestige'

Tres de los cuatro informes periciales presentados en el juzgado de Corcubión (y precisamente los de los tres especialistas en ciencias y técnicas de navegación) coinciden inequívocamente en afirmar que el refugio del Prestige en la ensenada de Corcubión era posible y que el trasvase de la carga en cualquier lugar abrigado era factible. De esta opinión discrepa, matizadamente, el dictamen del ingeniero naval, quien, tras enumerar una serie de dificultades para refugiar el buque y entender que "no tenía fácil el poder trasegar su carga en un plazo corto antes de su posible ruptura", llega, en esencia, a la conclusión de que la decisión de la autoridad marítima de no refugiar el buque fue "correcta". Sin embargo, y con independencia ya del reparo metodológico que apunté en mi anterior columna, frente esta opinión discrepante cabe oponer una objeción determinante, que, sin necesidad de entrar en el análisis de las discrepancias técnicas, se deriva de las reglas del razonamiento lógico a partir de las propias premisas recogidas en el informe del ingeniero naval.

Frente a la solución del hundimiento, la opción de refugiar el buque era la obligada

En efecto, es obvio que la decisión de no dar refugio al buque únicamente podría ser calificada jurídico-penalmente de "correcta" si se cumpliese una condición, a saber: que la única alternativa lógica a la negativa al refugio (esto es, el alejamiento) fuese la solución preferible en una comparación de riesgos efectuada ex ante. Pues bien, sucede que el ingeniero naval no defiende un alejamiento incondicionado (como no podía ser de otra forma) sino únicamente la decisión de que "el buque navegara hacia un lugar de fondeo adecuado a efectos de trasvase o trasiego de carga". Pero la cuestión es que esta alternativa nunca tuvo lugar en la realidad empírica, dado que es un hecho comprobado en la instrucción que la autoridad marítima marcó al Prestige un rumbo noroeste, con lo cual el lugar de fondeo sólo podía estar en el hielo de Terranova (Canadá) tras haber cruzado todo el Atlántico, y, desde luego, el trasvase de la carga "en un plazo corto antes de su posible ruptura" sería entonces bastante más difícil que en Corcubión.

Es cierto que después el buque tomó rumbo sur, pero (aparte de que la navegación dirigida justo hacia el temporal había ya debilitado decisivamente la estructura del buque) tal cambio vino motivado por la presión del Reino Unido y de Francia que, ante el irremediable hundimiento, veían ya la amenaza de la marea negra en sus costas. De hecho, la posterior presión de Portugal hizo que el buque variase de nuevo su rumbo en dirección suroeste, con lo que el lugar de fondeo únicamente podía estar en algún lugar de Sudamérica, tras cruzar la consabida borrasca de las Azores.

En consecuencia, la primera conclusión del ingeniero naval (o sea, la de considerar "correcta" la decisión de no dar refugio al Prestige) debe reputarse inválida de acuerdo ya con las reglas de la lógica formal, porque se apoya en una premisa que no está demostrada, esto es, que el buque navegara hacia un lugar de fondeo adecuado a efectos de trasvasar la carga, y máxime cuando, una vez fijado el rumbo que conducía al hundimiento, la autoridad marítima "se desentendió de la dirección técnica del salvamento del buque y de su carga a raíz de la llegada a bordo de Tecnosub y Smit", según concluye el perito judicial Hermida en su informe. En definitiva, dado que ambas proposiciones se encuentran lógicamente interrelacionadas, el silogismo debe volverse justamente del revés: frente a la solución del hundimiento, la solución de refugiar el buque, por muy difícil que fuese, era la opción obligada. Conclusión que, como es sabido, ha sido avalada (además de por los otros tres peritos) por multitud de especialistas y comisiones investigadoras, y que se corrobora aplicando el más elemental sentido común, quintaesenciado en la conocida declaración pública de uno de los dos técnicos consultados por la autoridad marítima, el profesor Mayán: "No creo que exista un profesional en el planeta que quiera ser medianamente honrado y que aconseje llevar el barco mar adentro".

Pero no es eso todo. La propia abogacía del Estado lo acaba de reconocer de forma implícita en declaraciones a este periódico, al no hacer hincapié ya en la solución del alejamiento del buque y centrar, en cambio, su línea de defensa en otros dos argumentos. Pero esta ya es otra historia, que también merece un juicio muy crítico, porque tales argumentos son tan insostenibles como el de la defensa del alejamiento.

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