Golpe al turismo y a la inversión extranjera
El terrorismo amenaza a la economíaindia en plena crisis financiera mundial
La matanza terrorista ha dado de lleno en el corazón de uno de los símbolos del milagro económico de India: el imperio Tata. Este grupo industrial, que se ha hecho popular por sus coches baratos (2.500 dólares la unidad), es propietario del Taj Mahal, el lujoso hotel tomado por los asaltantes el miércoles y que ha sufrido grandes daños. Pero el efecto devastador de estos atentados, en los que han muerto al menos 160 personas, puede ir más allá: el turismo y la inversión en la segunda economía que más rápido crece del mundo están bajo amenaza.
El miedo en los empresarios se nota en Bombay. La ciudad (13 millones de habitantes) es el centro neurálgico del boom económico indio y la sede de la gigante industria cinematográfica del país, Bollywood. "El turismo sufrirá un revés y durante los próximos seis meses habrá un bajón, aunque es pronto para concretar; los empresarios seguirán viajando aquí", afirma Marut Sen Gupta, de la Confederación de Industria India. Con 30 millones de empleados, el turismo es un sector clave en el país. La temporada alta acaba de empezar y, desde el miércoles, algunos hoteles ya han recibido cancelaciones.
El ataque ha ocurrido en el peor momento para la tercera economía de Asia, que tampoco ha conseguido librarse de la crisis financiera internacional. En el último trimestre, el producto interior bruto (PIB) avanzó un 7,6%, el menor ritmo desde 2004. Desde enero, la Bolsa de Bombay acumula una caída del 56% y la rupia, del 21%. El ministro de Finanzas, Palaniappan Chidambaram, advirtió ayer que los atentados tendrán un impacto negativo en la confianza de los inversores a corto plazo, pero que la economía seguirá creciendo este año.
Además de convencer a los extranjeros de que India es un país seguro para sus negocios -100 actos terroristas de media al mes durante este año-, el Gobierno debe impedir que la nación pierda la confianza en su capacidad, según los analistas. "Bombay es prácticamente una zona de guerra ahora mismo", afirma Jay Moghe, socio de Asian Alternative Consulting en Singapur, a Bloomberg. "A medio plazo, el elemento clave que está afectando a India es realmente la crisis financiera; y los atentados agravan la situación", añade el experto.
La inversión extranjera directa es esencial para este país. Entre abril y septiembre creció un 137%, hasta 17.210 millones de dólares (13.000 millones de euros), y el Gobierno espera que supere los 35.000 millones de dólares durante el año fiscal (finaliza en marzo). Esta previsión se mantiene, pese a los ataques de esta semana, al menos de momento.
"Tras los atentados, la imagen de Bombay va a sufrir definitivamente", cuenta Anjun Rizvi, dueño de Yoko Sizzler, una cadena de siete restaurantes en la ciudad, y productor de cine. "La gente se siente más insegura, tiene miedo, y por supuesto esto afecta la economía", añade Rizvi, que confía en que la industria cinematográfica siga como hasta ahora: "Tenemos pasión por las películas y ni el miedo nos alejará de ellas".
India comenzó a abrirse al mundo en los años ochenta. Se pusieron en marcha reformas económicas y la inversión extranjera empezó a llegar. El país ha crecido de forma espectacular en los últimos diez años y se ha convertido en un paraíso para la industria de las tecnologías de la información. La alta cualificación de su mano de obra ha motivado que el país sea elegido por muchas empresas extranjeras que quieren trasladar su negocio a mercados laborales con costes más bajos. El avance económico ha creado una amplia clase media y miles de millonarios, pero no ha conseguido sacar a la gran mayoría del país de la pobreza.
Algunos empresarios, como el magnate Ratan Tata, presidente del grupo Tata (con negocios en la automoción, la hostelería, la energía, las comunicaciones...), se han quejado estos días al Gobierno de la falta de medidas de seguridad en la ciudad, la más occidentalizada del país y una de las capitales económicas del mundo. Pese a todas estas carencias, Tata se ha comprometido a reconstruir, ladrillo a ladrillo, el Taj Mahal.
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