Asalto final a la resistencia terrorista
El Ejército indio recupera el control de los dos hoteles de Bombay
El Ejército indio se empleó ayer a fondo en acabar con los terroristas que tenían aún en su poder decenas de rehenes y tres edificios en el centro neurálgico de Bombay, su capital financiera. El ataque terrorista más salvaje que ha sufrido India se acercaba a su fin al iniciarse la madrugada en esta ciudad de cerca de 13 millones de habitantes. La acción de un desconocido grupo que dice llamarse Decan Muyahidin dejó al menos 160 muertos, incluidos una decena de miembros de las fuerzas de seguridad. El horror y la consternación se han adueñado del país asiático, que teme convertirse en objetivo de la cada día más preocupante talibanización de su vecino paquistaní.
Después de un día y medio de espera, en la que ni siquiera el Gobierno se molestó en rechazar la oferta de los terroristas de liberar los rehenes a cambio de una serie de extremistas que se pudren en las prisiones indias, el Ejército tuvo carta blanca para poner fin a la osadía de una decena de hombres dispuestos a morir. El mayor éxito se lo apuntaron los comandos que durante la mañana lograron liberar a 93 rehenes retenidos en el hotel Oberoi. Cuando la policía entró horas más tarde a terminar de despejar el establecimiento se encontró con 24 cadáveres.
La angustia se reflejaba en muchos de los familiares y amigos que llevaban horas esperando la salida de los suyos y temían que ya no volvieran a verles vivos. Entre los liberados del Oberoi había un bebé de un año y su padre, además de los dos empresarios españoles.
Los cónsules de varios países occidentales también aguardaban noticias de sus ciudadanos. Según se informó anoche, al menos 12 extranjeros, incluidos tres alemanes, dos franceses, dos británicos, dos estadounidenses, un japonés y un australiano perecieron durante el asalto, que comenzó en la noche del jueves. El número total de muertos asciende ya a 160 y se cuentan 327 heridos.
Un día después de que se iniciase la pesadilla, decenas de caminones con soldados y unidades especiales tenían copado todos los alrededores de esos dos grandes hoteles. El movimiento de tropas y de las fuerzas de seguridad era continuo, mientras nos paraban de escucharse detonaciones en el Taj Mahal.
"No sé qué religión tienen, pero sí sé que lo que buscan es acabar con la economía de Bombay, destruir su turismo y crear el caos en la sociedad de manera que nos enfrentemos unos a otros", señala Ashok Dhanraj, de 36 años, y dependiente de una camisería en los alrededores del hotel Taj Mahal.
Desde el establecimiento se escuchan las detonaciones de las granadas en el interior de ese emblemático hotel, que se yergue frente al mar arábigo y ante el monumento conocido como La Puerta de India. Cinco extremistas bien pertrechados mantuvieron en jaque a varias unidades del Ejército durante la jornada. Los numerosos corredores del hotel permitían a los terroristas burlar a los soldados, pero según el jefe de la policía local, ya no tenían rehenes.
Hacia la media noche, el fuego devoraba una de las torretas del hotel y lamía la fachada a través de diversas ventanas, mientras sacaban los cuerpos de tres supuestos terroristas por una de las puertas laterales, además del del director general del Taj, que quedó atrapado en la última planta. De la decena de presuntos islamistas participantes en los atentados, al menos ocho han muerto.
Un terrorista continuaba anoche encerrado en el hotel. "Se mueve entre dos pisos", afirmó uno de los responsables del asalto a los periodistas. "Hemos oído a una mujer y a un hombre, así que es posible que el asaltante tenga en su poder a dos o más rehenes", añadió.
Las tropas de élite encontraron una mochila en el Taj con fruta seca, munición para metralletas AK-47, cuatro granadas, dinero indio y estadounidense y siete tarjetas de crédito.
Lejos de la península que ocupa el corazón de Bombay, la ciudad renacía lentamente a la vida. Los comercios abrían sus puertas, los niños volvían al colegio y cientos de miles de personas salían de sus casas a hacer la compra o para situar su diminuto chiringuito de comidas.
En Nueva Delhi, el Gobierno volvía a acusar abiertamente a Pakistán de estar detrás de esta brutal acción. La agencia semioficial india PTI aseguró que uno de los terroristas capturados vivos se confesó paquistaní y que las autoridades lo están investigando.
Por el contrario, el ministro de Exteriores paquistaní, Sha Mehmod Qureshi, declaró que los dos países son víctimas de un "enemigo común" y urgió a India a reforzar la cooperación en la lucha antiterrorista y a aceptar la invitación de Islamabad de enviar a su jefe de los servicios secretos para que compartan la información y capturen a los culpables.
Una profesora, que aguardaba cerca del Taj Mahal el final del asalto y que no quiso facilitar su nombre aunque reveló que pertenece a la minoría parsi -de religión zoroástrica-, señaló que detrás de esta serie de atentados puede encontrarse también el extremismo hindú. Según ésta, el jefe de la lucha antiterrorista que murió el viernes en una de las primeras acciones de los comandos estaba investigando la conexión del extremismo hindú con los atentados de julio de 2006, en los que murieron 190 personas. El funcionario había llegado a "conclusiones conflictivas para el principal partido de la oposición", el conservador hindú Bharatiya Janata Party (BJP). Las conclusiones están en manos de un juez.
Mientras, el BJP acusa al gobernante Partido del Congreso de debilidad frente al extremismo islámico y de no tener una estrategia contra el terrorismo.
En Bombay, la seguridad se ha extremado considerablemente en todos los hoteles, que no permiten el acceso, ni siquiera a pie, de nadie que no esté registrado en el establecimiento. Guardias con perros especializados en detectar explosivos que huelen los coches de los empleados y los clientes. Todo el mundo está obligado a pasar por detectores de metales.
"Quien esté detrás de estos atentados sólo ha buscado crear el miedo. Atacando el Taj Mahal se ha golpeado un símbolo de India", aseguró uno de los muchos curiosos que se agolpaban a las afueras del hotel mientras se desarrollaban los combates.
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