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Reportaje:moda

El arte de conquistar China

Las firmas de lujo seducen a los creadores del gigante asiático - Una exposición muestra en Pekin la revision del legado de Christian Dior a cargo de 21 artistas

Eugenia de la Torriente

La industria del lujo global alcanza nuevas cotas en su cortejo a China. La escalada en la ambición de las grandes marcas europeas para darse a conocer allí les ha llevado al arte. Un filón que aspiran a explotar a fondo. En los últimos meses, firmas como Salvatore Ferragamo, Max Mara o Louis Vuitton han organizado exposiciones sobre su historia o han apoyado muestras de artistas contemporáneos. Pero ha sido Christian Dior quien le ha dado el acelerón definitivo a la tendencia con una exhibición inaugurada el pasado día 15 en Pekín.

La empresa francesa, propiedad de Bernard Arnault, ha encargado a 21 artistas obras originales inspiradas en algún aspecto del universo del creador francés. Acompañadas de vestidos históricos y de diseños de John Galliano (actual director artístico de la casa) se pueden ver hasta el 15 de enero en el Centro Ullens de Arte Contemporáneo (UCCA). La exposición, cuyo presupuesto no se revela, no tiene previsto viajar a otras partes del mundo.

Ya hay más ricos en China que en Francia, según el presidente de Dior
Las obras pasarán a un museo encargado a Frank Gehry en París

"La idea surgió durante una visita a China con Bernard Arnault", explicaba horas antes de la apertura el presidente de la compañía, Sidney Toledano. "Queríamos hacer algo que fuera más allá de un desfile, trascender el ámbito de la moda y entrar en el de la cultura". El objetivo es obvio: según los datos de Toledano, en China ya hay más ricos que en Francia y la marca que él dirige ha inaugurado allí 13 tiendas en 14 años. Aún así, Toledano defiende que no se trata exclusivamente de marketing, sino que se busca un impacto cultural. Después de todo, su patrón, Arnault, es uno de los mayores coleccionistas de arte del mundo y prepara la apertura de un museo en París, la Fundación Louis Vuitton para la Creación, cuya sede ha sido encargada al arquitecto Frank Gehry.

Jérôme Sans, el comisario de la exposición, apunta que para los participantes esta muestra supone una gran oportunidad, ya que los trabajos pasarán a ser propiedad de esa fundación. Sans (uno de los fundadores del parisiense Palais de Tokio) es desde marzo director de arte en el UCCA. Un centro que abrió hace justo un año en el distrito 798, auténtico hervidero de galerías y talleres. "Cuando Bernard Arnault vino aquí, le pregunté: '¿entiende lo que está sucediendo a su alrededor?' Éste es uno de los lugares más vibrantes del mundo. No puede relacionarse a la gente con un evento puramente comercial".

El aspecto propagandístico de la operación no ha evitado que a ella se sumen algunos de los artistas chinos más transgresores como Quentin Shih, Wang Gongxin o Zhang Huan. Muchos de ellos seleccionados también para la muestra que ha albergado este año la galería Saatchi. Una de las piezas más provocativas de aquélla era la instalación de un burro penetrando la torre Jin Mao, de Shangai. Una obra de Zhang Huan que, en esta ocasión, ha aparcado polémica y política para retratar con ceniza a Christian Dior, el segundo occidental al que inmortaliza con esta técnica. "Me pareció una buena ocasión para expandir mi trabajo", explica Huan. "No creo que el arte deba quedarse en los museos. Tiene que relacionarse con la moda, con la ciencia, con la tecnología".

Una falta de prejuicios que, al parecer, comparten muchos de sus colegas. Los organizadores aseguran que no encontraron ni una sola negativa a su propuesta. "Eso habla de la espontaneidad de un país que es, a la vez, viejo y joven", opina Toledano.

Otra explicación apunta que la división entre arte y comercio nunca ha existido del todo en China. En la antigüedad, los artistas no tenían una ocupación definida: cultivaban al tiempo la pintura o la poesía con el diseño de objetos cotidianos (de la vajilla a las casas). Aunque, claro, siempre se puede ser más prosaico. Como zanja Huan: "La única obligación de un artista es que su trabajo sea bueno y le permita comer bien".

<i>Estrella polar nº 3</i>, instalación de Zhang Huan sobre una puerta antigua de madera recubierta con una pantalla de seda. El hombre semiarrodillado es Christian Dior.
Estrella polar nº 3, instalación de Zhang Huan sobre una puerta antigua de madera recubierta con una pantalla de seda. El hombre semiarrodillado es Christian Dior.
Arriba, <i>La extranjera en la caja de cristal</i>, fotografía de Quentin Shih. A la derecha, <i>Sincronización</i>, videoinstalación de Wang Gongxin.
Arriba, La extranjera en la caja de cristal, fotografía de Quentin Shih. A la derecha, Sincronización, videoinstalación de Wang Gongxin.

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