La madre Maravillas

El presidente del Congreso, José Bono, ha enfadado a los grupos parlamentarios de izquierda por aprobar la colocación de una placa que conmemore el nacimiento en ese lugar (Carrera de San Jerónimo, 46) de la madre Maravillas, monja perseguida en la Guerra Civil y canonizada por el papa Juan Pablo II. Por la información leída, no queda claro si la placa estará dentro del Congreso, a la par que la de los Reyes y la de la diputada Clara Campoamor.

De ser así, es comprensible el enfado. Primero, porque no es el interior del Congreso el lugar adecuado para evocar el nacimiento de una persona ajena a la función legislativa del edificio. Segundo, porque corresponde al Ayuntamiento de Madrid (y no al Congreso, que representa a toda España) homenajear el nacimiento de sus ciudadanos ilustres y, por tanto, la placa debería colocarse, en todo caso, en la fachada exterior del Congreso o junto a la plancha indicativa de la calle. Tercero, porque si se rememora a los mártires católicos, acosados como portadores de una causa religiosa, habrá que rememorar también a los mártires laicos, hostigados como portadores de una causa aconfesional, como fueron, por ejemplo, los maestros de la II República. Sobre las dos causas cayeron represalias injustas que merecen recuerdo.