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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Maravillas en el Congreso

Por Dios, qué alivio. Gracias a su presidente, José Bono, se va a colocar una placa en el Congreso en honor de la Madre Maravillas de Jesús, perseguida durante la Guerra Civil, muerta en 1974 y elevada a los altares como santa en 2003 por Juan Pablo II.

Así, por fortuna, tendremos ocasión de repasar alguno de sus milagros, en verdad asombrosos. Por ejemplo, el niño Manuelito, que ahora debe tener 11 añitos, cayó a un pozo a los 18 meses allá en Nogoyá, Argentina. El niño fue trasladado, en parada cardiaca, al hospital de Paraná. Los médicos torcieron el gesto -mal, muy mal pronóstico-, pero Alicia, la madre de Manuelito, no paró de invocar a la Madre Maravillas, y el niño, pocas horas después, se salvó. Este portentoso sucedido, que un niño se salvara en un hospital, y que una mujer de Nogoyá supiera de la existencia de la Madre Maravillas, fue considerado como una prueba irrefutable de la santidad de la monja madrileña.

Y eso por no hablar de su intercesión con Alfonsa, vecina de Salamanca, diagnosticada de una "agranulocitosis con shock séptico y afección hepático-renal". Los rezos a la Madre Maravillas de Mónica, una religiosa que estaba en el hospital, lograron lo que parecía imposible. Ya lo dijo uno de los médicos: "No soy muy propenso a creer en estas cosas, pero para mí que esto es un milagro". Y en fin, para no aburrir al lector, añadamos que a la muerte de la santa su cuerpo, envuelto en un fuerte olor a nardos, permaneció flexible no un día, que ya es tiempo para perder aroma y frescura, ni tan siquiera dos: hasta tres días hubo que esperar para enterrarla.

Acaso puede oponerse a estos fabulosos prodigios la afrenta que representa homenajear a una santa en el recinto en el que reside la soberanía de todos, desde ateos a musulmanes?

¿Es posible replicar al Bono que abroncó en el Congreso a un anciano luchador de la Guerra Civil por desplegar una bandera republicana, que poner esa placa es una ignominia frente a quienes no pueden, ni tan siquiera, recuperar los huesos de sus familiares fusilados?

Rece en paz el señor Bono, pero deje de poner placas en paredes que no le pertenecen.

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