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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Movimientos vascos

A dos meses de la convocatoria electoral surgen en Euskadi nuevas posibilidades de alianzas

La decisión de Eusko Alkartasuna (EA) de concurrir esta vez por separado, y no en alianza con el PNV como ha venido haciendo desde 2001, inaugura las maniobras de colocación previas a las autonómicas de marzo. La principal incógnita es el efecto que la decisión pueda tener sobre el electorado potencial de la ilegalizada Batasuna. La lista blanca de la izquierda abertzale con que se había especulado como forma de esquivar la prohibición podría ser reemplazada por el apoyo a una candidatura independentista abierta a esos votos huérfanos.

EA se enfrenta al dilema entre reafirmar su identidad separada del PNV, al precio de perder presencia institucional, o mantener esa presencia al precio de convertirse en un apéndice del PNV. En enero de 2007, un congreso extraordinario aprobó presentarse en solitario (salvo circunstancias excepcionales).

La separación ahora ratificada puede tener efectos contradictorios para el PNV. Por una parte, dificulta el objetivo de que la lista encabezada por Ibarretxe sea la más votada, es decir, que mantenga, frente al PSE de Patxi López, el derecho prioritario a intentar conformar una mayoría de gobierno. Pero, por otra parte, la pérdida de ese componente radical de la candidatura puede permitir al PNV retener parte del voto moderado tentado de pasarse al PSE. Con la ventaja de que lo que pueda perder por el lado radical Ibarretxe puede recuperarlo a través de sus aliados en el tripartito (cuatripartito ahora, con el añadido de Aralar).

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No será fácil que la izquierda abertzale situada fuera de juego político con la ilegalización vaya a propugnar el voto de los suyos a EA, por mucho que el partido de Unai Ziarreta se presente como eje de "un gran movimiento independentista" frente a lo que considera "involución" autonomista del PNV. Pero tampoco es probable que los 100.000 votantes potenciales que deben quedarle a Batasuna vayan a conformarse con el voto nulo u otra forma testimonial de afirmación cuando es verosímil una victoria del PSE. El factor clientelar ya jugó a favor del trasvase de voto de Batasuna a PNV-EA en 2001.

Pero otro posible resultado del pequeño movimiento de EA podría ser el gran movimiento de una vuelta a la alianza entre un PNV sin Ibarretxe y el PSE, con un reagrupamiento soberanista en la oposición (EA y Aralar más Madrazo y ex batasunos, con Egibar a la expectativa).

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