La inversión extranjera en Galicia se divide por dos cada año desde 2004
Déficit de suelo, burocracia y trabas empresariales frenan al capital foráneo
Este año Galicia va camino de alcanzar un récord: el de registrar la menor inversión procedente del extranjero de la última década. Y, por una vez, no parece que la crisis tenga la culpa. Los datos recogidos en el fichero Datainvest, elaborado por la Secretaría de Estado de Comercio del Ministerio de Industria, evidencian que el descenso arranca en el año 2001.
Aunque las inversiones se recuperan en el 2004, desde esa fecha vuelven a caer de manera sostenida, un 50% cada ejercicio, hasta los 50 millones de euros contabilizados el año pasado. En los seis primeros meses de 2008 se recibieron sólo 13 millones, con lo que a final de año el registro puede tocar suelo.
Con excepciones, como Faurecia, GKN, Prevent, Benteler o Denso en la órbita de Citroën en Vigo, Galicia ha languidecido en los últimos años como territorio prioritario para el capital extranjero. Los empresarios creen que la falta de suelo industrial y la excesiva burocracia frenan nuevas instalaciones de multinacionales. Casto Varela, director del área de Promoción del Igape (organismo dependiente de la consellería de Economía), lo reconoce en parte: "El coste del suelo es un mal necesario. Cuanto más caro es, menos competitivos somos. En cuanto a la dificultad de constituir una empresa, en España queda mucho camino por recorrer". Y subraya lo de "España, y no Galicia".
Galicia no es un territorio atractivo para el capital extranjero
Según los datos de las Cámaras de Comercio, el tiempo medio necesario para abrir aquí un negocio es de 47 días, frente a los 19 que se necesitan en Irlanda, los 13 de Noruega o los cinco que emplean los empresarios en Estados Unidos o Dinamarca.
Pero las trabas también vienen desde dentro. En ocasiones, son otros empresarios los que quieren evitar a toda costa el aterrizaje de capital foráneo. Ocurre, por ejemplo, cuando el pequeño comercio se manifiesta en contra de la llegada de una cadena de distribución por considerar su impacto negativo para el comercio local de una zona.
En cuanto a las inversiones en sí, el último informe sobre la economía gallega que elabora la Fundación Caixa Galicia destaca que "son tradicionalmente de carácter puntual y no se dirigen a un sector concreto". Es cierto que la fabricación de componentes para la automoción "mantuvo su auge pese a unas expectativas de demanda no tan favorables y a la carencia de suelo en el sur de la Comunidad Autónoma", pero, analizando año por año, es difícil seguir un patrón. En el 2006, la compra realizada por firma suiza Lonza Group de la farmacéutica Genentech, instalada en O Porriño (Pontevedra) representó el 76% de todo lo recibido por Galicia. Un año después el sector primario acaparó el mayor volumen de capital extranjero en una sola operación: la instalación acuícola de la noruega Stolt Sea Farm. "Ante las estadísticas, no parece que la inversión extranjera desempeñe un papel relevante en la estrategia gallega de desarrollo económico", sentencian los expertos en el informe de la caja. La Xunta responde que tiene 17 servicios para internacionalización y ayudas de todo tipo. El ejemplo más inmediato es la misión comercial que este lunes se inicia a Uruguay, organizada por el Igape y la Confederación de Empresarios. Uno de sus objetivos es captar inversiones, algo que no parece muy factible si tenemos en cuenta que las empresas de Latinoamérica sólo están detrás del 3% del capital recibido por Galicia en los últimos ocho años. Contra esto, Casto Varela argumenta que "los registros del Ministerio no tienen en cuenta el retorno del dinero en manos de la emigración". El director del Instituto Gallego de Estadística, Ángel Tarrío, lo apoya con ejemplos: "Los criterios para la elaboración del fichero desvirtúan el reparto regional, es decir, empresas extranjeras con sede en Madrid que invierten en Galicia computan en la capital, y no aquí". Lo mismo pasa en sentido inverso, "la portuguesa Cimpor, con su filial Corporación Noroeste, computa en Galicia inversiones que hace en fuera". La Dirección Regional de Comercio también advierte de que los datos pueden "confundir", aunque, sea como fuere, son los únicos que se publican.
'Call center' y redes exteriores
Empresas alemanas, francesas y americanas han visto en Galicia una lugar idóneo para instalar sus call centers. Son centros de atención de llamadas telefónicas operadas por una compañía proveedora de servicios que se encarga de dar soporte y asistencia a otras empresas. Bosch Security Systems, Office Depot, Stream, Sykes Enterprises y Coaxis emplean a cientos de personas en este sector gracias a "costes laborales adecuados y a una buena infraestructura de banda ancha", según Casto Varela. Para él, el elemento diferencial de la comunidad autónoma está en que estas empresas han hallado "gente amable. Y para este tipo de negocio el trato es lo principal", afirma.
Desde la Xunta hace años que se promueve otro nicho de atracción de inversiones: la red de gallegos en el exterior. El Igape intenta captar la atención de las asociaciones de empresarios en México, Argentina o Venezuela para favorecer el comercio internacional. De hecho, una de las consignas de la Consellería de Economía es la de motivar a los gallegos residentes en Latinoamérica para que se asocien. El conselleiro, José Ramón Fernández Antonio, cree que de este modo pueden abrir puertas a productos gallegos en mercados emergentes, como Brasil. Y la crisis es un buen momento para hacerlo: "Muchas empresas se van a ver obligadas ahora a dar el salto a otras fronteras si quieren subsistir", insisten desde las asociaciones empresariales. Los países del Este también están en el punto de mira. Son Estados low cost para multinacionales, pero también son grandes consumidores de productos y receptores de inversiones de la UE.
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