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Columna
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Cultura para el pueblo

El frío salón, presidido por un monumental cuadro de Alfonso XII y familia, estaba abarrotado por un público sediento de cultura. Algo había en ese público que lo hacía distinto al de las recepciones habituales. Miraban con indisimulado asombro salones, pasillos y jardines por los que hace siglos transitaban reyes y príncipes. Permanecían en silencio.

El centenar largo de vecinos del Distrito Sur de Sevilla, un área populosa de la capital andaluza, había acudido a palacio a la llamada de la cultura. Antonio Rodrigo Torrijos, portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Sevilla, donde gobierna en coalición con el PSOE, hizo un brevísimo repaso de los más ilustres personajes que habitaron los Reales Alcázares: Al-Mutamid, el rey poeta; don Pedro I el Cruel; Alfonso X el Sabio; Isabel la Católica; el emperador Carlos V...

Rodrigo Torrijos recordó que fue precisamente en el lugar desde el que hablaba, la Sala de los Almirantes, donde se instaló la Casa de Contratación de Indias. Allí se diseñó, entre otros, el viaje de Magallanes alrededor del mundo, proeza que culminaría Juan Sebastián Elcano.

La intención del delegado del Distrito Sur al convocar a sus vecinos la noche del 30 de octubre estaba clara: fomentar la cultura, acercarla a aquellos ciudadanos tanto tiempo olvidados. Porque la cultura no puede, no debe, quedarse encerrada en los palacios para disfrute exclusivo de los poderosos. De los de siempre.

Torrijos señaló que la titularidad de esta bellísima fortaleza es del Ayuntamiento de Sevilla desde el 24 de abril de 1931. Desde diez días después de proclamarse la II República (el añadido es mío). Y recordó unas significativas palabras de "uno de esos creadores de opinión de cuyo nombre no quiero acordarme". En la entrega de un premio literario, presidido por un político, el "ínclito creador de mala-opinión" se preguntó qué pintaba un político en aquel acto, "si son todos unos incultos".

Torrijos defendió el hermanamiento de política y cultura. En contra de lo que le gustaría a ese "ínclito creador de mala-opinión", el edil pretende que lugares como los Reales Alcázares dejen de ser sitios "de uso exclusivo de ciertas élites y de sectores llamados de alta alcurnia". Como sucedía en tiempos de Al-Mutamid. El rey poeta, que ocupó el palacio a finales del siglo XI, organizaba tertulias literarias en la sala al-Turaya o Sala de Pléyades. Es decir, la sala donde se reunía lo más granado de la sociedad de la época.

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Éste es el segundo año que el delegado del Distrito Sur convoca a sus conciudadanos a la entrega de los premios Ángaro de poesía en el Alcázar. Unos premios creados por una modesta editorial sevillana, Ángaro, que ha hecho una encomiable labor por difundir poesía, con 150 títulos publicados. Los premios Ángaro se conceden desde 1970, un año después de la fundación de la editorial. Poetas de la calidad de José Nieto y Leopoldo de Luis ganaron el Ángaro antes de conquistar el Cervantes, y el Nacional de Literatura respectivamente. Desde que IU llegó al Ayuntamiento de Sevilla, en 2004, copatrocina este premio, que se ha visto así fortalecido.

Este año, la canaria Cecilia Álvarez y el sevillano Jesús Tortajada han sido los ganadores del Ángaro. Se habían presentado 114 obras de una docena de países. Para alentar la poesía entre los jóvenes, se creó mas recientemente el premio que lleva el nombre del también poeta sevillano de la Generación del 27 Fernando Villalón, otorgado este año al joven melillense José Javier Santana.

No hubo muchos focos, ni gacetilleros. Pero cuantos asistieron al acto coincidieron con Rodrigo Torrijos en que "es más fácil encontrar poesía en la indignación de los humillados que en el discurso interesado y cínico de los poderosos".

Poesía y política pueden caminar juntas. Unidas por la izquierda.

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