El 'efecto Obama' desencadena el voto masivo
El índice de participación en los comicios presidenciales superó el 75% en muchos Estados
La masiva y entusiasta participación en las elecciones generales celebradas ayer en Estados Unidos, superior al 75% en muchos Estados, pareció demostrar el compromiso ciudadano con los cambios profundos en un país con 43 presidentes blancos y una grave crisis económica. Consagrado por las ansias de un futuro mejor y el hartazgo causado por la Administración saliente, un candidato negro, Barack Obama, de 47 años, alcanzará la Casa Blanca si aciertan las proyecciones a pie de urna de anoche y las encuestas previas a la histórica jornada. Prácticamente todas son favorables al senador demócrata de Illinois sobre el republicano John McCain, senador de Arizona, de 72 años, que persigue la Casa Blanca desde hace 10 años.
Millones de ciudadanos aguantaron colas de cuatro horas
Los partidos desplegaron a sus abogados ante las reclamaciones
La participación alcanzaría en torno a los 130 millones de votantes de los 150 millones inscritos, una cifra superior a los 125 millones de 2004, según los cálculos difundidos el lunes, y todavía sin refrendar oficialmente en la pasada madrugada (hora peninsular española). Virginia superó el 75% de participación, al igual que Ohio o California. En Misuri, el índice llegó hasta el 85%. La difusión del porcentaje corresponde a cada uno de los 50 Estados. Millones de estadounidenses aguantaron colas de cuatro horas, millones se levantaron a las cuatro o cinco de la madrugada, y millones se agolparon en los colegios de Los Ángeles, Chicago o Nueva York, bajo estrecha vigilancia policial. No se produjeron incidentes graves.
Aunque los sondeos habían apostado por el triunfo de Obama durante meses, su candidato a la vicepresidencia, Joe Biden, confesó, jovialmente, que no estaba dispuesto a jugarse el dinero de los estudios universitarios de su hija en una apuesta. "Ya voté", dijo Obama, acompañado por su esposa Michelle, y sus dos hijas, después de haberlo hecho en Chicago. El candidato demócrata consumió casi 15 minutos en completar la exigente papeleta de las generales. Joe Biden sufragó en Delawre, y McCain lo hizo en Phoenix (Arizona); su candidata a la vicepresidencia, Sarah Palín, gobernadora de Alaska, en Vasilla, su ciudad natal. Las elecciones renovaron los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 del Senado y a 11 gobernadores.
Miles que quisieron votar para apoyar la permanencia republicana o impedirla, y forzar cambios en política nacional o internacional, no pudieron hacerlo o lo hicieron muy tarde por fallos en las listas o tarjetas de memoria, o bloqueos de las máquinas de votación. El actor Tim Robbins necesitó cinco horas y una orden judicial para poder votar ya que su nombre había desaparecido de su colegio. El sistema informático no estaba preparado para un ritmo de trabajo tan intenso, según los técnicos. Los partidos desplegaron abogados para atender las reclamaciones de quienes se sintieron burlados. Rich Harris, un matrimonialista de Denver partidario de McCain, invocó su especialidad, los divorcios, para demostrar su competencia. "Estoy acostumbrado a tratar con gente muy enfadada".
La campaña del candidato republicano denunció, entre otras irregularidades, la intimidación de panteras negras a las puertas de un colegio de Pensilvania, las dificultades de acceso de observadores republicanos a otros de Filadelfia y Manchester o las supuestas llamadas a votantes de Lancaster por la organización Demócratas por Obama, mintiendo sobre la localización de los lugares de votación. También mencionaron amenazas directas, en Florida, a votantes de McCain. "Una autoridad electoral le dijo a una votante que podría matarla por haber votado por John McCain", según la campaña del ex prisionero de guerra en Vietnam, que pidió el registro de las "decenas de miles" de votos tardíos de los militares empadronados de Virginia pero emitidos desde sus destinos en el extranjero. Un juez decidió ayer que sean "preservados" aunque lleguen fuera de plazo.
Los madrugones sorprendieron a quienes los comparaban con la mayor premiosidad del año 2004, en que fue reelegido George W. Bush. "A las 7.30 de la mañana, las colas eran tan largas como durante el mediodía de hace cuatro años", según un votante neoyorquino.
Hasta la apertura de las urnas, habían votado 31 millones de personas en los 34 Estados que permitieron el sufragio anticipado para descongestionar el proceso. Las grandes cadenas de televisión emitieron en directo el desarrollo de la jornada con declaraciones de los votantes en las colas, coincidentes casi todas en afirmar que las elecciones eran demasiado importantes como para perdérselas. La CNN proporcionó un teléfono para que la gente relatara su experiencia y eventuales problemas durante la emisión del voto y en sólo una hora recibió más de 3.000 llamadas.
Los principales problemas fueron las grandes multitudes, las aglomeraciones en colegios sin capacidad para procesarlas. Las sonrisas, las distendidas charlas en las colas, la batalla contra las máquinas de votación y el diluvio de Los Ángeles demostraron la disposición de la mayoría a aguantar los imponderables. "No he visto cosa igual en mi vida", decía en Misuri Norma Storms, de 78 años.
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