Pelados de frío
Y es que hacía frío. Pero frío. 2 grados sobre cero a las nueve de la noche en la Ciudad Universitaria. Y la calefacción del colegio mayor en su primer día de funcionamiento que no daba abasto, lo que no hubiera tenido importancia de tratarse de una banda de tunos, un ejemplo, pero resultaba notablemente insuficiente para un músico de edad provecta cual Henry Threadgill. En otras palabras, que el susodicho andaba de puntillas sobre el escenario a un punto de la congelación, y nosotros también, sólo que a nosotros no nos tocaba soplar instrumento musical alguno, y a él sí. Conclusión: el susodicho tocó una hora de reloj, ni un minuto más ni uno menos, y marchó raudo al hotel con ánimo de arrimarse al braserito.
HENRY THREADGILL & ZOOID
Henry Threadgill saxo alto, flauta; Liberty Ellman, guiterra; Rubin Khodeli, violonchelo; José Dávila, trombón, tuba; Elliot Humberto Kavee, batería.
Madrid. 27 Festival San Juan Evangelista. Jueves 30 de ostubre.
Ni bis ni cristo que lo fundó. Y el público, parte de él, gritando "¡tongo!" en lugar de contentarse con lo escuchado, como si esto del arte pudiera medirse al peso, a tanto el minuto de corcheas. Uno respeta el criterio de los amotinados, como no podía ser menos, aunque disiente. Aunque sólo fuera porque en una hora tuvimos más música que la que puede hallarse en la mayoría de los recitales tamaño extralargue.
Se habla de Gran Música. La que practica Henry Threadgill. Música sin referencias ni principio ni fin que le lleva a uno en volandas hasta que uno no sabe dónde se halla, ni cómo ha llegado hasta aquí, ni qué ha ocurrido entre medias. Y es que todo en la música de Threadgill constituye un enigma, empezando por los títulos de sus composiciones: It never moved, Lying eyes, Extremely sweet William... Como Ornette Coleman, este viejo león de las vanguardias ha desembocado en una obra enteramente personal donde todo parece estar atado y bien atado y bien pudiera tratarse de una ilusión.
¿Cómo definir la música de Henry Threadgill? No hay modo. Es posible que éste sea su principal encanto. Músico singular, este Threadgill. Porque existen tipos como él, existe todavía el jazz.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.