Montilla pide a las cajas catalanas que reabran el grifo del crédito

Fue un encuentro de marcado "tono institucional", como subrayó un asistente. Nadie se presentó en el Palau de la Generalitat para retratarse ante sus competidores o para hablar de sus propios quebraderos de cabeza con los morosos, ni mucho menos sobre las posibilidades de un hipotético puzzle de fusiones con cajas catalanas de por medio. Pero las dos horas de reunión entre el presidente de la Generalitat, José Montilla, y su consejero de Economía, Antoni Castells, con los presidentes de las 10 cajas de ahorros catalanas permitieron abordar a fondo una de las mayores inquietudes de la Generalitat: las consecuencias de la tormenta financiera internacional para la economía productiva, para los ciudadanos que quieren un crédito y para las empresas con necesidades de financiación.

Fainé pide que no se confunda morosidad con créditos fallidos y descarta fusiones

"No existe un problema de solvencia [en el sistema financiero], pero existe un problema de liquidez, un problema importante", subrayó el consejero de Economía. Y añadió: "Este problema nos preocupa porque se está trasladando en ocasiones al sistema productivo".

Fuentes de Presidencia apuntaron que "no se trataba de leer la cartilla a nadie, pero sí de intercambiar puntos de vista sobre la situación". A este respecto, la cita en la plaza de Sant Jaume insufló cierto "optimismo", al tiempo que "realismo", sobre la apertura progresiva del grifo del crédito. Fuentes financieras aseguraron que "antes de final de año se empezará a normalizar la situación", tras las medidas de apoyo a la banca aprobadas por el Gobierno central para que el dinero corra. El propio Antoni Castells apuntó en público que los problemas de liquidez "están en vías de superación" y que no se tardará demasiadas semanas en alcanzar la normalización.

Los puntos de vista no son del todo coincidentes, a pesar de que Castells se mostró comprensivo con los problemas de las propias entidades financieras, ellas mismas víctimas del estrangulamiento de la financiación internacional, enfrentadas al vencimiento de miles de millones de euros de deuda y obsesionadas por reducir sus riesgos al máximo. El consejero empleó incluso el argumento al que a menudo recurren las propias entidades cuando se las acusa de cerrar el grifo: las primeras interesadas en cerrar operaciones son ellas, porque "ése es su negocio". Pero el impacto sobre empresas y ciudadanos "inquieta", dijo.

La respuesta de las cajas fue una de cal y otra de arena. Los presidentes, sobre todo los de las de mayor tamaño, como La Caixa (Isidre Fainé) y Caixa Catalunya (Narcís Serra), insistieron en que no tienen problemas para dar crédito a empresas viables y a clientes que quieran comprar su primera vivienda, y en que de hecho lo están haciendo. Pero las cajas también se curaron en salud. "No vamos a asumir operaciones con riesgo elevado sólo porque no se den créditos, no asumiremos más riesgos de los razonables", puntualizaron fuentes financieras. El presidente de La Caixa, Isidre Fainé, habló en nombre de las 10 entidades en cuanto presidente de la Federación Catalana de Cajas. Enfatizó que la morosidad -las tasas se están duplicando, triplicando y hasta cuadruplicando, según los casos- "no son créditos fallidos", que el grueso de las hipotecas corresponden a la primera vivienda y se suelen acabar pagando, y que no ha lugar al "alarmismo". Fainé sacó pecho con la liquidez de La Caixa (más de 26.000 millones de euros) antes de afirmar que la primera caja no tiene necesidad de recurrir a las medidas de apoyo del Gobienro. "Pero si lo tuviera que hacer, lo haría", señaló.

Preguntado sobre la eventualidad de que las cajas catalanas participen en fusiones y sobre si ve factibles fusiones entre cajas de distintas comunidades, el presidente de La Caixa vino a decir que los tiempos de la concentración, a raíz de la liberalización del sector, ya pasaron. Dijo: "No estamos en esa fase. No veo ninguna posibilidad de que ocurra".