Buteflika opta en Argelia a un tercer mandato presidencial
La Constitución vigente en Argelia impide que los jefes de Estado permanezcan en el cargo más de dos mandatos de cinco años, pero Abdelaziz Buteflika, de 71 años, desea presentarse a las elecciones de marzo de 2009 para seguir siendo presidente.
Por esa razón Buteflika anunció ayer, con motivo de la inauguración del año judicial, una reforma constitucional que, por razones de urgencia, será aprobada por vía parlamentaria. El presidente no descartó que un referéndum corrobore después el voto de las cámaras.
Buteflika no dijo explícitamente que la reforma servirá para suprimir el límite de dos mandatos, pero lo dejó caer. "Permitirá al pueblo ejercer su derecho legítimo a elegir a sus gobernantes y a renovarles su confianza", afirmó.
Elegido en solitario presidente en 1999 -todos sus contrincantes se retiraron- Buteflika se presentó a la reelección en 2004 y tiene la intención de hacerlo de nuevo a principios del año próximo.
Sin rivales
Hasta ahora ningún otro político argelino ha manifestado el deseo de concurrir a las presidenciales, excepto el islamista radical Ali Belhadj, al que una sentencia judicial impide ejercer cualquier actividad política.
Aunque aún no han adoptado una decisión formal, la mayoría de los políticos de la oposición, empezando por los socialistas de Hocine Ait Ahmed, optarán probablemente por boicotear la cita con las urnas.
Si Buteflika sale elegido en primavera podrá ser presidente hasta 2014, cuando tenga 77 años, a menos que la reforma constitucional no alargue la duración del mandado presencial de cinco a siete años. En ese caso permanecería en el cargo hasta los 79.
El principal obstáculo para las ambiciones de Buteflika es, en realidad, su propia salud. A finales de 2005 fue operado en un hospital militar de París de una úlcera sangrante. Desde entonces se ausenta del país con cierta frecuencia para ser sometido a tratamientos.
Desde 1999 Buteflika ha seguido, en lo económico, una política impregnada de nacionalismo y socialismo. Ha promovido además la reconciliación con los terroristas arrepentidos, pero no ha conseguido los objetivos que anhelaba. Los islamistas radicales siguen asestando golpes, aunque con menos fuerza que en la década pasada.
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