¿Es este el estímulo de Frankenstein?
Los defensores de un paquete estadounidense de estímulo al gasto consideran que daría un impulso keynesiano a la economía estadounidense. Una acción así, respaldada por los demócratas del Congreso y bendecida recientemente por Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, parece posible. Los paquetes de estímulo anteriores han sido una decepción. Si no se gestiona de forma adecuada, éste podría resultar perjudicial. Sin embargo, existen formas de optimizar el efecto económico de un estímulo.
Los dos últimos paquetes de estímulo consistían en devoluciones de impuestos a tipo de interés fijo que no consiguieron gran cosa. La devolución de 2001 aceleró ligeramente el final de una recesión poco profunda, pero las devoluciones de este año no hicieron sino posponer un descenso inevitable del gasto de los consumidores. Ambos paquetes hicieron aumentar el déficit presupuestario federal.
En estas dos ocasiones, no tuvo importancia. Los tipos de interés estaban bajos, había dinero a manos llenas y el déficit era moderado. Ahora, sin embargo, el sistema crediticio mundial está agarrotado y el déficit presupuestario federal se ha disparado, debido a la recesión y a los rescates de la vivienda y del sistema bancario estadounidense. Aunque no hubiera más estímulos, el déficit podría alcanzar los 800.000 millones de euros en el ejercicio fiscal 2009 o 2010. Este nivel asustaría a los mercados y correría el riesgo de una salida en tropel de la inversión productiva.
En lugar de en las reducciones de impuestos, es probable que este nuevo paquete de estímulo se centre en el gasto. Sin embargo, las ayudas a los Gobiernos estatales o al gasto en infraestructuras, que a primera vista parecen atractivamente productivas, ya llevan experimentando subidas inesperadas desde el año 2000. El estímulo económico que más éxito ha tenido en esta década ha sido el recorte de impuestos sobre los dividendos de 2003. Esto impulsó el valor intrínseco de un mercado de valores que había sufrido una caída vertiginosa, eliminó en parte las anómalas cargas fiscales por duplicado de los dividendos y aumentó la importancia de los dividendos frente a las ganancias especulativas en las decisiones de inversión.
Un estímulo excesivo o mal orientado podría producir un monstruo contraproducente, como Frankenstein. Por tanto, diseñar el paquete adecuado tiene una importancia crucial.
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