Garzón adelantó en sus escritos la idea de enjuiciar la dictadura
Recibió casi tantas críticas como doctorados Honoris Causa en universidades latinoamericanas por abrir la persecución de los ex dictadores del Cono Sur. Hace un par de meses, Baltasar Garzón recibía su último reproche en ese sentido, tras asistir a la exhumación de una fosa común en Colombia. "Estoy impactado", dijo. "¿Cuándo va a preocuparse de las de España?", protestó la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Quizá entonces el juez ya había decidido abrir la causa contra el franquismo. De hecho, según el rastro de algunos de los libros que escribió y de otros que prologó, el asunto llevaba mucho tiempo en su cabeza.
"Les confieso que si pudiera, borraría tantas páginas de la humanidad", escribía Garzón en Un mundo sin miedo (2005), "que correría el riesgo de quedarme sin hojas". Para explicar los motivos que le empujaron a ser juez se refiere a la Guerra Civil: "Son tantas las historias e injusticias relatadas que quedaron grabadas en mi memoria infantil y decidí hacer algo para que esa etapa no volviera a repetirse".
Garzón asegura que, sin haberla vivido, aprendió sobre la Guerra Civil "en la manipulada historia de la dictadura franquista", o "a golpe de la historia macabra de sus protagonistas". Y cita a uno, su tío Gabriel Real, republicano condenado a muerte, que se libró de ser fusilado pero "sufrió en sus propias carnes" la prisión, recuerda el juez en el prólogo de Los maquis en Sierra Mágina, de Luis Miguel Sánchez Tostado. "Fue mi héroe infantil y juvenil".
En el debate sobre si las heridas se abren o se cierran, Garzón también lo tenía claro: "Para caminar hacia el futuro, hay que saber pisar el presente y no olvidar nunca lo que fuimos en el pasado", repleto de "piedras con las que no hay que volver a tropezar", explica en el prólogo de Tocón, 1.000 años de historia, de Miguel Ángel Espejo.
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