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Reportaje:

Ródchenko, arte de la revolución

La Pedrera presenta una gran retrospectiva del maestro de la vanguardia rusa

"Yo sólo tenía dos años cuando murió, en 1956, pero mi madre recuerda mucho su voz, que no era muy fuerte", comenta Aleksandr Lavréntiev, el único nieto del gran maestro de la vanguardia rusa Aleksandr Ródchenko. "Mi abuelo era una persona equilibrada, de carácter tranquilo. De pocas palabras. Pero había crecido entre los bastidores de un teatro y le gustaba hacer juegos de magia para la familia, para entretener y alegrar la vida a la gente. Como era calvo, cuenta mi madre que tenía un truco muy divertido que consistía en frotarse la calva con un plato hasta que éste se enganchaba. Después le encantaba pasearse con el plato así".

Es una faceta del artista revolucionario y rompedor que sorprende, pero no todo debían de ser discusiones artísticas y proclamas socialistas en la Rusia soviética. Lavréntiev parecía contento mientras se paseaba ayer con su cámara (también es fotógrafo) por la espectacular retrospectiva del gran maestro de la vanguardia rusa que la Obra Social de Caixa Catalunya presenta hasta el 5 de enero en La Pedrera. Reúne nada menos que 250 obras del artista procedentes de museos rusos y colecciones privadas -entre las que figura el archivo familiar- en lo que es la mayor exposición dedicada al Ródchenko (San Petersburgo, 1891-Moscú, 1956) realizada en España.

El importante esfuerzo económico y de organización realizado por la entidad surte efecto y el visitante no sale decepcionado. Está todo. O casi. En pintura puede conocerse su su evolución desde las influencias tempranas del fauvismo o poco más tarde del cubofuturismo hasta sus últimas obras, en la década de 1940, de un curioso organicismo. Naturalmente, no faltan sus cuadros más conocidos, aquellos que realizaba con regla y compás, de un formalismo estricto en los que experimenta con planos, líneas y colores. Como en su Tríptico monocromo (1921), tres cuadros (rojo, amarillo y azul) que llevan al extremo los postulados del constructivismo, el movimiento que este mismo año había creado con otros colegas vanguardistas, y que postulaba la desaparición de la pintura "de caballete", considerada engañosa y superflua, para llevar a la pintura a su grado cero.

Pero no sólo hay pintura, claro. A principios de la década de 1920, Ródchenko y otros artistas consideraban que el arte tenía que ponerse al servicio del pueblo y utilizaron otros medios que consideraron más adecuados que la pintura (que en los treinta, de todas formas, pasó a estar bajo el forzado academicismo del realismo socialista) para lograrlo. De hecho, en donde obtuvo realmente fama Ródchenko fue en los ámbitos de la fotografía (sus famosos picados y encuadres forzados crearon escuela), el fotomontaje, del que ha sido uno de sus más importantes representantes, y del grafismo.

Es aquí, en los fotomontajes y en los carteles donde parece brillar más su genio. Con todo, lo excepcional de la exposición es que incluye todo, desde un anuncio para cigarrillos realizado en colaboración con el poeta Maiakovski, hasta fotomontajes para la revista URSS en construcción.

Y, siempre omnipresente, la diagonal. Por eso, ayer, su nieto comentaba que seguramente Ródchenko habría podido vivir en Barcelona. "Le habría encantado una ciudad que tiene una calle que se llama así, Diagonal".

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