La bola de cristal y los jueces del 'lehendakari'
El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco juzgará a Ibarretxe por un caso similar a otro que el Supremo archivó
Hay gente -malpensada, sin duda- que cree que al menos un grupo significativo de jueces no adopta sus resoluciones de acuerdo con la ley, como debería ser, sino que adapta la legislación a su adscripción ideológica o política y que, por eso, muchas veces el resultado final de un proceso se intuye con precisión antes incluso de que se celebre el juicio.
Yo no puedo creer que eso sea así porque seguro que todos los jueces resuelven en conciencia, sin seguir las pautas de su asociación o grupo ideológico. No me explico cómo otros pueden conocer con anticipación lo que va a ocurrir en los tribunales con determinados asuntos, especialmente los de cariz político, pero yo suelo acertar porque me regalaron una bola de cristal de pitonisa que me avisa de lo que va a pasar.
Así, cuando el PP y el Foro Ermua denunciaron al lehendakari, Juan José Ibarretxe, y a los dirigentes del PSE Patxi López y Rodolfo Ares por mantener conversaciones en abril y julio de 2006 con Arnaldo Otegi y otros cuatro responsables de la ilegalizada Batasuna para llegar a un fin dialogado de la violencia de ETA, los malpensados dieron por sentado que el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco admitiría a trámite el caso. Yo lo sabía por mi bola de cristal, pero ellos atribuían al presidente del Tribunal, Fernando Ruiz Piñeiro, y al magistrado Antonio García una adscripción ideológica próxima a los denunciantes y, como ambos conformaban una mayoría en el tribunal, dejaban sin efecto los votos particulares de la tercera magistrada, Nekane Bolado, que, como la fiscalía, sostenía que no había delito alguno.
Algunos creyeron que el caso podría archivarse cuando en noviembre de 2006 la Sala Penal del Tribunal Supremo avaló los contactos públicos celebrados el 6 de julio anterior entre dirigentes del PSE y Batasuna para impulsar el proceso para el final de la violencia de ETA -o sea, los mismos contactos objeto del proceso en el Superior vasco- y rechazó contundentemente una querella del pseudosindicato ultraderechista Manos Limpias contra el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, los integrantes del Consejo de Ministros y varios dirigentes socialistas, entre ellos López y Ares, por prevaricación, desobediencia y quebrantamiento de medida cautelar. El Supremo decía que sería "un fraude constitucional" que alguien pretendiese corregir en los tribunales la dirección de la política interior o exterior del Estado que la Constitución encomienda al Gobierno.
Los malpensados de siempre opinaron que la doctrina del Supremo no iba a ser obstáculo para unos campeones de la independencia judicial y que el proceso contra Ibarretxe en el Tribunal Superior vasco continuaría. Yo lo supe por la bola.
El juez instructor, Roberto Saiz, y los magistrados Ruiz Piñeiro y García argumentaron que lo del Supremo no iba con ellos -ya se sabe que los jueces son los únicos ciudadanos que no acatan las resoluciones judiciales que les contradicen o perjudican, sino que las reinterpretan a su gusto-, que se trataba de delitos distintos y que el Supremo se refería a Zapatero, pero no hacía pronunciamiento sobre López y Ares.
El caso es que la acusación contra Ibarretxe y los dirigentes socialistas es por desobediencia, y ese delito ya fue rechazado por el Supremo en la querella de Manos Limpias, con el argumento de que no existía orden alguna dictada por la autoridad que prohibiera expresamente la reunión con los responsables de Batasuna.
Como digo, los malpensados, basándose en la afinidad ideológica al PP de los jueces pronosticaron que habría juicio -la primera vez que se juzga al presidente de una comunidad autónoma y al líder de la oposición- para hacer pagar a nacionalistas y socialistas el peaje de tomarles la foto junto a presuntos terroristas en el banquillo de los acusados dos meses antes de las elecciones. Yo no creo que sea así porque sería una prevaricación como una casa (dictar a sabiendas una resolución injusta) y los jueces no hacen esas cosas.
Ahora les toca juzgar el caso a tres magistrados diferentes: Manuel Díaz de Rábago, José Antonio Subinas y Juan Carlos Benito Butrón. A los dos primeros se les atribuye simpatía por el Partido Nacionalista Vasco. No así al tercero. Por ello, hay quien asegura, entre ellos mi amigo Aitor, que el resultado del juicio, antes de que se celebre -está señalado para el próximo 8 de enero-, va a ser la absolución de todos los imputados por dos votos a uno.
Yo lo sé porque me lo anticipa la bola de cristal. Lo que no entiendo es por qué la bola siempre acierta con las decisiones de los jueces, pero nunca funciona para acertar la Primitiva.
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