La deuda por habitante en Madrid es 4 veces mayor que en Barcelona
Los concejales de Hacienda comparan sus finanzas
El último informe de Moody's sobre la salud financiera del Ayuntamiento de Barcelona ha coincidido en el tiempo con un auténtico bombazo del Consistorio madrileño: mientras la agencia internacional de calificación destacaba la "sólida" gestión presupuestaria de Barcelona y su capacidad para autofinanciar inversiones sin necesidad de endeudarse, el concejal del área de Hacienda del Ayuntamiento de Madrid, Juan Bravo, anunciaba la paralización de las inversiones que estaba a punto de sacar a concurso para evitar que la crisis arrase las cuentas.
Madrid critica los agravios comparativos en financiación 'per cápita'
El Ayuntamiento de Madrid ha cuadruplicado su deuda debido a las inversiones en obras y equipamientos, desde 2003. Es la corporación local más endeudada de España, con más de 6.000 millones de euros, sobre un presupuesto de unos 5.200 millones de euros. A cada madrileño le tocan 2.032 euros.
El caso de la capital catalana es opuesto, subraya el teniente de alcalde de Hacienda del Ayuntamiento de Barcelona, Jordi William Carnes. Desde la celebración de los Juegos Olímpicos, cuando la ciudad se endeudó hasta las cejas (1.800 millones en 1993), no ha hecho más que bajar su carga financiera, salvo los dos años previos al Fórum. En 2007, alcanzó los 929 millones de euros, 471 euros por barcelonés. La relación entre ambos es de cuatro a uno.
Ambas ciudades, eso sí, sufren de la crisis del ladrillo. En Barcelona, la liquidación en julio de los impuestos de plusvalías (transacciones de inmuebles) y construcción (licencias de obras) ha caído el 9,5% y el 20%, respectivamente. Los ingresos tributarios del Consistorio madrileño sufren una caída media del 28%, según Juan Bravo.
La situación es más grave en Madrid por su mayor dependencia del boom constructor. Los ingresos por la venta de suelo tenían que aportar a las arcas de la plaza Mayor el 9% de todos sus ingresos este año, 475 millones de euros. "Y no llegarán al 35%", estima Bravo. En Barcelona, la enajenación de suelo aporta poco más del 1% de lo que recibe.
Crisis del ladrillo al margen, ¿cómo han llegado hasta aquí los dos ayuntamientos? Y ¿cómo piensan capear el temporal?
De entrada, las grandes obras que han supuesto un salto para la ciudad se han desarrollado en momentos distintos. La gran transformación de Barcelona llegó con los Juegos Olímpicos y, en menor medida, con el Fórum. "En la etapa de Álvarez del Manzano
[alcalde de Madrid desde 1991 hasta 2003] la deuda era muy baja y la presión fiscal también, pero Madrid estaba rezagada", admite la corporación madrileña. "En los últimos años, Madrid ha despegado económicamente", asegura Bravo. Las obras de la M-30 le han obligado a endeudarse en 2.500.
Carnes resume el giro de las finanzas de Barcelona como un ejercicio de contención del gasto. "Hemos contenido mucho las operaciones corrientes, los gastos de personal y de funcionamiento", que en los últimos ejercicios se mantienen en el 35% del presupuesto. "Y todo sin aumentar la presión fiscal, que en los últimos siete años ha aumentado 13 puntos por debajo de la inflación", saca pecho. El Ayuntamiento de Barcelona emplea a 13.000 personas, considerando los organismos municipales. Madrid, a 27.500.
"Madrid empezó a urbanizar mucho suelo a finales de la década de 1990 y empieza a verse la carga en los servicios: recogida de basuras, limpieza, seguridad, sanidad... En paralelo, muchos madrileños se han marchado a vivir a ciudades como Majadahonda, Móstoles y Alcorcón y se ha quedado en la capital la población extranjera con un poder adquisitivo inferior. Eso tiene su reflejo en la recaudación", explica el concejal madrileño.
Bravo señala otra diferencia entre ambas ciudades: las transferencias procedentes del Gobierno central. "La diferencia entre la financiación per cápita arroja una diferencia en perjuicio de Madrid de 426 millones de euros. No se justifica tanta diferencia", asegura el concejal.
Carnes admite un aumento de las transferencias del Gobierno y de la Generalitat, fruto de la aprobación de la Carta Municipal. "Si antes el 60% del presupuesto se sufragaba con ingresos tributarios y el 40% con transferencias, hoy se acerca a la paridad", explica el teniente de alcalde de Barcelona. "También tenemos suerte", añade, "porque las grandes obras que benefician a la ciudad, puerto, aeropuerto y metro, no las financiamos nosotros". Pero se congratula de "haber hecho los deberes", que deberían permitir hacer frente a las obligaciones sin aumentar la presión fiscal. "Incluso nos endeudaremos, si hace falta", dice Carnes. La inversión prevista para este año y el siguiente roza los 550 millones de euros. Forma parte del plan de inversiones de 3.000 millones para toda la legislatura.
Sin suelo por vender que financie las inversiones, a Madrid no le queda otra que "reducir el presupuesto" para el año que viene, aumentando -eso sí- los sueldos con arreglo al IPC, congelar las inversiones y esperar una reforma de la financiación local que otorgue más espacio fiscal a los ayuntamientos. "La deuda es abultada, sí, pero este año ya la reducimos en 100 millones de euros; segundo, los intereses sólo se comen algo más del 3,5% del presupuesto y, tercero, en términos relativos, es inferior a la deuda de las otras administraciones. Asumible", zanja Bravo.
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