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El futuro de los sindicatos

Un cambio sindical hacia el continuismo

Una nueva generación de líderes llega a la dirección de las principales centrales en un momento de división y de pérdida de influencia en la sociedad

Pedro Gorospe

Nadie duda de que la impronta personal de un dirigente puede modificar los hábitos y las formas de toda una organización. Hay quien apunta incluso que determinadas coyunturas pueden obligar, en términos generales, a buscar puntos de acuerdo en colectivos radicalmente enfrentados. El problema radica en saber si algo de eso es trasladable al dividido mundo del sindicalismo vasco, ahora que tres de los cuatro secretarios generales de las centrales más representativas, los de LAB, ELA y CCOO, abandonan el cargo.

El próximo mes, José Elorrieta cederá el testigo al frente de ELA a Adolfo Muñoz. En enero, Josu Onaindi dejará la secretaría general de CCOO en Euskadi en manos de un sustituto aún no definido pero que podría ser Unai Sordo, responsable de la organización de Vizcaya. Y el pasado mayo LAB ya realizó su transición con el relevo de Rafael Díez Usabiaga por Ainhoa Etxaide.

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Con ellos llega a la cúpula de las centrales una nueva generación de sindicalistas que, en opinión de expertos en relaciones laborales, de la patronal y del Consejo de Relaciones Laborales (CRL), van a deber reflexionar sobre si el actual modelo de relaciones intersindicales es sostenible. Y, sobre todo, si el precio de la lucha despiadada que mantienen por la hegemonía no está resultando demasiado alto para los trabajadores y las propias centrales.

"El movimiento sindical nunca ha sido tan débil desde la Transición, y nunca ha tenido tan poca influencia en el mundo de la empresa como ahora", sostiene un experto en relaciones laborales. De hecho, el sindicalismo vasco está perdiendo posiciones en la batalla por una redistribución más social de la riqueza. El impacto de las rentas de trabajo en el PIB es cada vez más pequeño -ha caído del 54,7% en 1993 al 48,6% en 2006- y la distancia entre rentas bajas y altas es cada vez mayor. Pese al aumento espectacular de los beneficios empresariales en la última década, el panorama laboral en Euskadi sigue arrojando muchas sombras. En vísperas de que se culmine esa renovación, los sindicatos apuestan por el continuismo en sus estrategias.Con la boca pequeña, todas las centrales coinciden de una u otra manera en que "los perdedores" por esa competencia por la hegemonía sindical son quienes sufren en sus condiciones laborales la alta temporalidad -el 28%, la mayor de España y el doble de la de la UE- y los bajos salarios -el 30% de los empleados no llega a los mil euros mensuales y el 42,7% del total no alcanza los 1.200-. También pierde, fruto de ese enfrentamiento, el 80% de la población activa que trabaja en pequeñas y medianas empresas (las pymes) y que en buena parte ha estado privada de mejoras de sus condiciones al estar bloqueados los convenios sectoriales. En ocasiones, hasta cinco años, como el del Metal en Vizcaya y Álava.

"Las empresas se han adaptado mejor a la batalla entre sindicatos y han salido beneficiadas del reparto de beneficios, precisamente cuando el crecimiento de éstos hacía viable una redistribución más social", asume el secretario general de UGT en Euskadi, Dámaso Casado. "Hay que avanzar a acuerdos estratégicos intersindicales", agrega.

En un momento en que las empresas mutan hacia unidades más pequeñas a través de las subcontratas, aparecen nuevas formas de trabajo y se tiende hacia la individualización de las condiciones laborales, "los sindicatos siguen anclados en batallas organizativas internas", critica un abogado que presta sus servicios como mediador en el Procedimiento de Resolución de Conflictos (Preco).

El enfrentamiento de las cúpulas sindicales llega hasta extremos casi ridículos. La manifestación unitaria del 11 de abril en Vitoria, inédita en años, en la que las cuatro centrales mayoritarias rechazaron la investigación del Tribunal Vasco de Defensa de la Competencia sobre la no apertura de grandes superficies en festivos, se gestó en conversaciones bilaterales. Los máximos responsables de los cuatro sindicatos -Elorrieta delegó en su sucesor, Adolfo Muñoz, al hallarse enfermo- no llegaron a reunirse ni una sola vez hasta el día de la protesta.

Su batalla, "tremendamente politizada", está generando en opinión de algunos analistas una atrofia en el movimiento social. Apenas si crecen las afiliaciones -suponen cerca del 20% de la población activa- y a las elecciones sindicales sólo acude el 40% de los trabajadores, de empresas medianas y grandes sobre todo. La fotografía electoral no se ha movido más que unas décimas en los últimos diez años, con ELA como sindicato mayoritario con el 40% de los delegados en Euskadi.

La patronal Confebask defiende que sería deseable un cambio. Su director de Relaciones Laborales, Jon Bilbao, no se muestra, sin embargo, especialmente optimista respecto de la posibilidad de que se produzca a corto plazo. "Las sucesiones al frente de los sindicatos se han realizado o están planteadas de manera ordenada, y sin convulsión interna. Eso hace pensar en la continuidad. Ya veremos qué pasa a largo plazo", apunta.

Oyendo a los dirigentes de los sindicatos, la esperanza de volver a acciones unitarias en las relaciones laborales se esfuma con rapidez, aunque ninguno de ellos cierra la puerta definitivamente.

El secretario general de ELA, José Elorrieta, dejó clara su apuesta por la diferenciación sindical al evitar la unidad con UGT y CC OO en la campaña por el "trabajo decente" impulsada en todo el mundo la pasada semana por la Confederación Sindical Internacional (CSI), a la que pertenecen las tres centrales. En un acto en solitario en Bilbao dejó abierta una puerta a la colaboración, pero siempre que "se respeten las mayorías"; es decir, que las demás organizaciones se pliegen a su estrategia y no firmen convenios en minoría.

La constatación de que la división afecta negativamente a los asalariados la dejó patente el responsable de negociación colectiva del sindicato nacionalista, Joseba Villareal: "En estos momentos estamos solos y no prevemos a corto plazo que sea posible contar con alianzas. Somos conscientes de que juntos podríamos hacer más, pero solos en muchas ocasiones también podemos", ha declarado a la revista de ELA Landeia.

El miembro de la dirección de LAB José Luis Rezabal pone en valor la unidad sindical "como un factor muy importante para mejorar la correlación de fuerzas y hacer frente a la situación de una patronal que gana terreno". Sin embargo, matiza que sólo será posible y eficaz en la medida en que se comparta tanto el diagnóstico de la situación como la estrategia a seguir.

Desde CCOO, su secretario general en Euskadi, Josu Onaindi, describe ese concepto como la búsqueda de puntos en común, desde proyectos distintos, "frente a quienes han hecho del hegemonismo en clave exclusivista su leitmotiv sindical".

CCOO, LAB y UGT también coinciden en algunas críticas. Atribuyen a ELA la mayor parte de la responsabilidad en el deterioro de las condiciones de trabajo, en consonancia a su mayoría sindical. Coinciden, con matices, en que la actual situación es el mejor argumento de que la lucha sindical en solitario no resulta rentaba para los trabajadores.

José Elorrieta (a la derecha), Rafael Díez Usabiaga y Ainhoa Etxaide comparten pancarta en la manifestación del 1 de Mayo en 2003 en Bilbao.
José Elorrieta (a la derecha), Rafael Díez Usabiaga y Ainhoa Etxaide comparten pancarta en la manifestación del 1 de Mayo en 2003 en Bilbao.LUIS ALBERTO GARCÍA

Renovaciones

- (Ainhoa Etxaide, (Hondarribia, 1972) fue nombrada secretaria general de LAB en sustitución de Rafael Díez Usabiaga en el octavo Congreso, celebrado en mayo pasado en Bilbao.

- Adolfo Muñoz, ( Txiki, (Baños de Ebro, 1959) sustituirá a José Elorrieta en el 12º Congreso que ELA, el sindicato mayoritario, celebrará los próximos 26 y 27 de noviembre.

- Josu Onaindi, dejará su cargo en enero de 2009 en el 19º Congreso de CCOO de Euskadi. La central no ha confirmado el candidato para sustituirle, pero el más nombrado es el responsable de Vizcaya, Unai Sordo.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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