Continuismo o renovación
El relevo en la secretaría general de tres de los cuatro sindicatos vascos más representativos, ya acaecido en algún caso (LAB) o anunciado para los próximos congresos (en el caso de ELA y de CCOO), debe ser valorado, sobre todo, como una buena señal del funcionamiento democrático de estas organizaciones sindicales. Aunque el relevo en las personas no deba significar necesariamente un cambio en la línea estratégica de una determinada organización, lo cierto es que en nuestras organizaciones sociales y políticas, de estructura piramidal -y los sindicatos están entre ellas-, cuando se elige al líder están en juego otras muchas cosas que no se aprueban en las resoluciones del congreso. Por ejemplo, que la imagen pública de la organización estará muy condicionada por las intervenciones públicas del líder, y que la acción sindical concreta se va a ver determinada por las facultades de dirección asignadas al líder.
La primera tarea de los nuevos líderes debería ser valorar el estado de la negociación colectiva
Es necesario intentar recomponer las relaciones sindicales
Estos cambios en la cúpula de nuestros principales sindicatos se producen en un momento de incertidumbre en la coyuntura política y económica por la que atraviesa la sociedad vasca, en el marco de una inminente entrada en recesión de la economía española, entre otras europeas, y el consiguiente aumento de la tasa de paro a niveles desconocidos en estos últimos 10 años, que no s situará a la cabeza de Europa. Por otra parte, en el ámbito estricto de las relaciones laborales en Euskadi, según el Informe sociolaboral del Consejo de Relaciones Laborales correspondiente al año 2007, a pesar de los avances registrados con respecto al año anterior, los niveles de estancamiento en la renovación de los convenios colectivos, tanto de ámbito sectorial como de empresa, son todavía muy altos. Para el presente ejercicio quedaban pendientes de renovar convenios colectivos que afectan al 51,5% de las trabajadoras y trabajadores vascos.
Consecuentemente, la primera tarea prioritaria que deberían acometer los nuevos líderes sindicales es la de analizar y valorar el estado de la negociación colectiva en Euskadi, de cada convenio sectorial o de empresa, con el objetivo de impulsar la renovación de los convenios para anticipar medidas de acompañamiento (sector por sector) de los posibles efectos negativos sobre los trabajadores de la recesión económica, y analizando con tal fin posibilidades legales y negociadoras (a dos, tres y cuatro bandas) no exploradas todavía en nuestro ámbito.
La segunda tarea prioritaria que, en mi opinión, urge acometer, es la de contener el deterioro que ha sufrido el papel institucional en el gobierno de la economía que la Constitución (artículos 7 y 129) otorga a los sindicatos más representativos, y que consagra también el artículo 6 de la Ley Orgánica de Libertad Sindical. Los organismos de participación sindical y empresarial creados en Euskadi languidecen. En buena medida, por la falta de interés sindical, especialmente en el caso de alguno de nuestros sindicatos. No excluyo la parte de responsabilidad que incumbe a los demás componentes de estos organismos institucionales del diálogo social en Euskadi, muy particularmente la del Gobierno vasco, quien debería haber abordado ya la reforma urgente de las leyes de creación de estos organismos. No obstante, el abandono voluntario de los organismos de participación institucional por parte de alguno de estos sindicatos supone, sin duda, ignorar el ordenamiento jurídico, y perjudica seriamente la función institucional asignada legalmente a dichos organismos.
Ambas prioridades impelen inexcusablemente a los nuevos líderes sindicales vascos a intentar recomponer las relaciones sindicales y el entramado institucional que gobierna las relaciones laborales en este país, recomposición que debe ser asumida como necesaria e inevitable por todas las organizaciones sindicales vascas.
En suma, por una simple razón de eficacia sindical, los sindicatos -como las organizaciones empresariales- tienen que reconocer a sus líderes libertad suficiente para buscar el restablecimiento del diálogo intersindical e interinstitucional, de cuya ausencia tanto adolece Euskadi en el momento actual. Lógicamente, ese margen de libertad que reclamo para los líderes en su actividad de representación del sindicato comporta también la exigencia de responsabilidad ante sus representados por sus actos y las consecuencias sociales y políticas de los mismos.
Juan Pablo Landa Zapirain es catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad del País Vasco.
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