Letras que son un tesoro
Las emisiones de deuda pública sacan partido al miedo de los inversores
El dinero es miedoso y mucho más en estos días en los que se multiplican las malas noticias sobre la salud de algunas entidades financieras -por el momento, ninguna española-; se aprueban macroplanes de rescate -casi ningún país ha renunciado a poner dinero encima de la mesa-, se toman medidas concertadas sobre los tipos de interés para reactivar los mercados -las Bolsas siguen bajando-, se lanzan mensajes de tranquilidad que, sin embargo, parecen caer en saco roto...
Y, con el miedo en el cuerpo resulta difícil que los inversores se planteen tomar posiciones en cualquier activo, de renta fija o variable, que pudiera incorporar realmente (o sólo teóricamente) algún tipo de riesgo por mínimo que éste sea. Dicen del mercado de renta fija privada que está prácticamente "muerto": no hay compradores -la quiebra de Lehman le ha dado la puntilla-; del de renta variable, se comenta que está "más que tocado".
La fuerte demanda de deuda ayudará a financiar el plan de apoyo a la banca
En la última subasta el tipo medio de las letras fue del 4,29%
Hace unos días, una conocida entidad gestora española de patrimonio ofrecía a uno de sus clientes preferenciales un pagaré de una entidad financiera de primera línea al 5,75% a 12 meses. Éste declinó la propuesta y sólo dijo "compren letras del Tesoro. Su rentabilidad no es ahora excesivamente relevante". Tan sólo se trata de una anécdota pero refleja, a decir de los expertos, el sentir de los inversores. Y no sólo los nacionales. En Estados Unidos la demanda de estos títulos ha llegado a ser tan elevada que su rentabilidad, en el mercado secundario, se ha acercado a cero. Al inversor americano, preservar su capital le ha resultado "suficiente".
En España, la situación no ha llegado ni mucho menos tan lejos. Pero algo de intranquilidad y miedo también hay. Desde el Tesoro lo saben y aprovechando el momento se han decidido a lanzar una campaña publicitaria sobre la deuda pública. Bajo el lema "si tu vida es como tú eliges que sea, ¿tu inversión no debería ser igual? Elige Tesoro Público" se multiplican los anuncios en prensa, televisión y radio (con polémica incluida sobre la actitud sexista o no de uno de ellos con referencias a las croquetas de mi Puri).
Y la verdad es que al Tesoro no le está yendo mal esta campaña. En la última subasta de letras a 12 meses, llevada a cabo a mediados de septiembre -la próxima está fijada para el próximo 15 de octubre- se solicitaron algo más de 4.708 millones de euros. Se adjudicaron 4.000 millones a un tipo de interés medio del 4,29% y a un marginal del 4,34%. Esto es el mercado primario.
En el secundario, la situación es diferente. Los inversores, particulares o institucionales que desean adquirir estas mismas letras del Tesoro, se han de conformar con un rendimiento significativamente menor. De hecho, esta semana han estado cotizando, con fuerte presión de la demanda, de tal manera que su rentabilidad final se ha llegado a situar en el 3,1%. Más de un punto de diferencia que se explica por las ansias de los inversores de tomar posiciones seguras aun a costa de reducir sus ganancias potenciales.
En los bonos a tres años, más de lo mismo. En la última subasta del Tesoro, su tipo medio quedó establecido en el 4,33% mientras que su marginal se fijó en el 4,34%. En esta semana, el aumento de su demanda ha estrechado los márgenes. Los compradores de estos activos en el mercado secundario se han conformado con un 3,56%.
En las emisiones de obligaciones a 10 años, el tipo de interés medio en la última subasta quedó establecido en el 4,58% (marginal, 4,61%), pero a lo largo de estos días ésta ha caído hasta el 4,3% en el mercado secundario. La fuerte demanda de títulos públicos ayudará a financiar el plan de apoyo que el Gobierno ha anunciado esta semana para comprar activos no contaminados de los bancos españoles.
Así que para el inversor de a pie con dinero fresco en principio es más recomendable, si se cuenta con el dinero pertinente y se quiere gozar de tranquilidad, acudir al mercado primario de emisiones de deuda pública. Los caminos son varios: a través de Internet, el Tesoro permite suscribir valores, traspasarlos, consultar las operaciones... En principio, cualquier inversor, sea persona física o jurídica, residente en España puede ser titular de una Cuenta Directa en el Banco de España, que no tiene gastos ni de apertura ni de mantenimiento. Bastará con adquirir una obligación, un bono o una letra (inversión de aproximadamente mil euros). Cuando los particulares presenten sus peticiones de suscripción de deuda pública, deberán depositar con carácter previo como mínimo el 2% de su importe nominal en metálico, o mediante cheque, ya sea bancario o contra cuenta corriente. Servirá de garantía. En tercer lugar, el inversor particular puede adquirir estos títulos a través de su intermediario financiero, banco, caja y sociedad o agencia de valores.
Por cualquiera de estos canales, el inversor puede realizar dos tipos de peticiones de suscripción: las competitivas (el participante tiene que indicar qué importe nominal desea adquirir y a qué precio desea hacerlo, expresado este último en tanto por ciento del valor nominal) y las no competitivas en las que sólo es preciso indicar el importe nominal que se desea adquirir. El precio a pagar por los valores será el precio medio ponderado que resulte de la subasta.
Las peticiones no competitivas son, en general, las más adecuadas para el pequeño inversor, puesto que a través de ellas éste se asegura que su petición sea aceptada (salvo que la subasta quede desierta), y que reciba un interés en línea con el promedio resultante de la subasta.
Los depósitos, a por todas
Como el miedo es libre y más en unos días de zozobra en que todo el mundo habla de esta crisis financiera de alcance mundial, la aparente seguridad que ofrecen las entidades financieras españolas no les parece argumento suficiente a particulares e inversores para convencerles de la bondad de depositar sus ahorros en estas instituciones. Ni bancos ni cajas están, sin embargo, dispuestos a tirar la toalla.
En estos días se multiplican sus ofertas; las más sencillas, las más tradicionales, las que tan sólo, sin vinculación a ningún factor de riesgo (léase valor o índice bursátil), ofrecen un alto rendimiento en un relativo corto periodo de tiempo. Ahí están la veintena de depósitos de este tipo, que se diferencian entre sí en el plazo -como mucho se alarga ligeramente por encima de los dos años pero, en general, se establece en torno a los doce meses- y en la rentabilidad final que, si bien de media se sitúa en el 5,5% puede llegar a ser del 6,1% hasta el 31 de enero de 2009, es decir, unos cuatro meses.
Muy cerca les sigue otra cuenta, en este caso, la conocida Cuenta Naranja de ING Direct que, igualmente, desde mediados de julio ha decidido subir su tipo de remuneración en medio punto porcentual, hasta el 6% a un plazo de cinco meses. O el depósito a dos meses de Bankinter al 8%. O del depósito denominado El Estirón del Popular a 18 meses al 6%. O del depósito a nueve meses de Caixa Galicia al 5,37%. O el de Uno-E, con su Depósito al 5,1%, entre otros muchos.
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