_
_
_
_
A TOPE | Fin de semana
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¡Qué buena es la gente!

Y dicho esto, puede parecer que me ha entrado la vena viva la gente primaveral. Para nada. Estamos en otoño, ya se nota el frío, existe la amenaza de la virulenta gripe y empiezan a machacarnos con la lotería de navidad. Pero, con la reentré, me he propuesto hacer ejercicio, aunque mental, e intentar fijarme en la paciencia y la generosidad humana. La verdad, es muy reconfortante. Y no me refiero sólo a la gente que inventa páginas que inundan los buzones de los correos electrónicos, con frases y fotos preciosas (algunas pelín horteras) llenas de ternura, exaltación de la amistad y amor infinito.

También te encuentras gente buena por ahí, en cualquier tienda. El otro día, por ejemplo, fui a comprarle un juguete erótico a una amiga por su cumple, y dudaba entre uno de un tamaño discreto y uno muy, muy hermoso, que era el que me recomendaba la vendedora. Y sumergidas en una charla muy instructiva, ni nos dimos cuenta del repartidor que había entrado al local, y que seguía, como quien no quiere la cosa, nuestra conversación. Ante mi duda, el buen hombre, sin poder contenerse, soltó un suspiro del alma y un: "Eso es muy exagerado, ¿no? Ese tamaño... no existe". Y piensas: qué majo, éste ya hizo la buena acción del día. Además de dar su aportación, nos hizo reír con ganas.

También te encuentras buena gente en el trabajo. No hace mucho, durante los ensayos de una obra de teatro, en una escena necesitaba un grupo de gente que estuviera quieta al fondo del escenario. Precisamente en ese momento, y como caídos del cielo, aparecen sigilosamente allí un grupo de técnicos (o eso pensaba yo). Les pedí que se colocaran, cual maceros, al fondo y siguieran interesados la escena; lo debí pedir con tal vehemencia que me hicieron caso sin rechistar. Aquellos hombres aguerridos con buzos y chalecos reflectantes perdidos al fondo reforzaban el drama del primer término. Estábamos tan concentrados que no nos importaba ni que se parase el mundo. Les pedí que gritaran "¡Viva!" Y gritaban a pleno pulmón. Bien. Repetimos y repetimos la escena, hasta que uno de ellos, apurado, y sin querer fastidiar el ensayo, levantó tímidamente el dedo como en el cole y me dijo que lo sentían mucho, que por ellos encantados de echarnos un cable, pero que se tenían que marchar, porque tenían el camión en doble fila y ellos, en realidad, sólo habían venido a recoger un piano de cola que estaba detrás del escenario. Se marcharon. Y a los cinco minutos, al rebobinar la situación, nos entró tal ataque de risa que tuvimos que parar el ensayo.

Y así, con este ejercicio, he perdido cinco kilos, pero no kilogramos, sino cinco kilo-jodiendas. Y vivo mucho mejor (o lo intento). No es poco.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_