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Crisis financiera mundial | Los problemas en EE UU
Columna
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Dinero por basura

Joaquín Estefanía

Se ha aprobado definitivamente en el Congreso de EE UU el Acta de Estabilización Económica de Urgencia 2008, que es la denominación oficial de las medidas de rescate al sistema financiero. El mercado se derrumbó y sólo el Estado ha acudido a salvarlo. No queda más que la discusión académica o ideológica, y la analogía histórica, sobre si era mejor no intervenir o si hubiera sido mejor otro plan que éste.

En esencia, su contenido se centra en tres o cuatro aspectos: la compra de activos tóxicos por parte del Tesoro por una cantidad máxima de 700.000 millones de dólares (dinero por basura); una reducción de impuestos a largo plazo por valor de 150.000 millones; la ampliación de las garantías a los depósitos, que pasan de 100.000 a 250.000 dólares; un muy discutible cambio en las normas contables de modo que la comisión de valores pueda anular el requisito de contabilizar los activos a precio de mercado; y el control fiscal a los paracaídas de oro (las indemnizaciones y bonos que reciben los grandes ejecutivos y que han hecho que las diferencias de emolumentos sean en algunas empresas de EE UU de 1.000 a uno: por cada dólar que recibe el empleado más humilde, el primer ejecutivo recibe mil). Hagan los cálculos en sus sueldos para comparar y evaluar la resultante.

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Aprobado dicho plan, sigue vigente la mayor parte de las incógnitas que se han mantenido en su recorrido parlamentario. Entre otras, las siguientes:

1. ¿Por qué ese máximo de 700.000 millones de dólares? ¿Es una cifra cabalística o el Tesoro conoce las carteras de los bancos en dificultades, las garantías aportadas ante el impago de las hipotecas, los métodos internos de valoración utilizados, o los ajustes realizados a los mismos conforme se aproximaban los problemas?

2. La letra pequeña que se va conociendo es muy controvertida y poco equilibrada. No sólo el arbitrismo que emana -¿cómo y qué expertos valorarán los activos tóxicos, imposibles de vender, y por consiguiente con una gran dificultad en ponerles precio?; ¿quién los controlará?; ¿qué criterios se utilizarán para suspender la regla contable que obliga a los bancos a actualizar de manera permanente sus balances a valores razonables?; ¿no generará esta suspensión mayores dosis de desconfianza en la situación real de los bancos? También las contrapartidas establecidas: a cambio de quedarse con la basura hipotecaria, el Estado participará en el accionariado de los bancos que se acojan a su intervención, pero sin derecho a voto. ¿Por qué? ¿Una nacionalización vergonzante sin derecho a voto?

3. Cuando en enero próximo entre en la Casa Blanca, el nuevo presidente habrá de olvidarse de sus ambiciones económicas. El país queda gravado a largo plazo: si a los 700.000 millones se le suman los 150.000 de recortes impositivos y los 900.000 millones concedidos hasta ahora en ayudas para refinanciar y garantizar las hipotecas con riesgo de impago, el control de la aseguradora AIG, el socorro a Fannie y Freddie, los créditos a JPMorgan para comprar Bearn Stearns, etcétera, etcétera, sale un esfuerzo fiscal cercano a 1,8 billones de dólares, más de un 16% del PIB norteamericano. Las cifras son heterogéneas y algunas partidas podrán ser devueltas en el medio plazo, pero... ¿Cuánto subirá el porcentaje de deuda pública que estaba sólo en el 30% del PIB? El balance económico de ocho años neocon es tremendo.

4. El mapa crediticio para el ciudadano se ha achicado. El paisaje de la concentración bancaria de los depósitos en Estados Unidos da hasta ahora como resultado un oligopolio de cuatro grandes grupos: Bank of America, Citigroup, JP Morgan Chase y Wells Fargo (si se consolida la absorción de Wachovia por este último). Y a bastante distancia, los restos de la banca de inversión, con Goldman Sachs al frente. El capital de estos gigantes financieros se ha visto penetrado por los fondos soberanos de los países exportadores de materias primas.

Inmediatamente después de que la Cámara de Representantes de EE UU diese el visto bueno al paquete de medidas de rescate, ya se oyeron voces advirtiendo del riesgo regulatorio que puede producirse. Ni un día de luto para velar al muerto. No se puede presentar el fracaso del pasado como objetivo del futuro, pero lo intentarán.

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