El arte de elegir un solo cuadro
Cuatro personalidades comentan su obra favorita de la pinacoteca vizcaína
Elegir sólo una entre las más de 6.000 obras expuestas en los pasillos del Museo de Bellas Artes de Bilbao no es ninguna tarea fácil. Explicar la decisión, cómo y por qué ese lienzo en cuestión le cautivó, tampoco. EL PAÍS lo intentó con cuatro personalidades a quienes preguntó por su obra favorita. Sus elecciones son tan curiosas como diversas.
- El alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, accedió al ejercicio, pero a condición de que consten las otras dos obras que hubiera podido elegir también (El Puente de Burceña de Aurelio Arteta y Elantxobe, de Antonio de Guezala). Se queda con el Retrato de la condesa Mathieu de Noailles, de Ignacio Zuloaga (1870-1945). "Es uno de los más hermosos del museo, sin duda. Me fascina esa mujer enigmática y sensual, provista de una seguridad asombrosa. Zuloaga era el pintor del tenebrismo español, un eibarrés que podría perfectamente haber sido de Bilbao", afirma Azkuna.
Elegir entre las más de 6.000 obras no es ninguna tarea fácil
"El Bellas Artes es la niña de mis ojos, aunque lo tenga relativamente muy visto. Llevo más de 20 años visitándolo. La poca pintura que conozco, se la debo en parte al museo. Quitando el Prado, el nuestro puede competir con cualquiera de España", resume el alcalde. Al encontrarse en la disyuntiva de tener que elegir entre el Guggenheim y el Bellas Artes, Azkuna reacciona como a un padre al que le preguntan cuál de sus dos hijos prefiere: "Son simplemente distintos".
- El director del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, siente predilección por otra estampa más sombría, el Retrato de doña Juana de Austria, Princesa de Portugal, creado por Alonso Sánchez Coello (1531-1588). "Me encanta esa mirada fría que tiene la retratada. Encierra muy bien el misterio del personaje, es uno de esos cuadros que enganchan". Estos retratos institucionales de la aristocracia de la época, prosigue Vidarte, eran verdaderas cartas de presentación entre las dinastías europeas, símbolos de poder, al alcance de los ojos de algunos elegidos. "Tal vez por eso adoptaban esas poses de seriedad, para transmitir la importancia del personaje", apunta. El director del Museo Guggenheim de Bilbao dice no codiciar ninguna de las piezas del Bellas Artes para su pinacoteca. "Aunque muchas de sus obras podrían estar en el Guggenheim perfectamente, no me llevaría ninguna. Están muy bien donde están", asegura.
No concuerda del todo con esa imagen de que el hermano mayor, el centenario Bellas Artes, vive a la sombra del menor y su marca global. "Es verdad que nosotros tenemos, tal vez, unos objetivos más ambiciosos, pero nuestros caminos son complementarios. Tenemos misiones distintas", concluye Vidarte.
- El catedrático de Audiovisuales en la facultad de Bellas Artes de la UPV, Josu Rekalde, siente debilidad por Francis Bacon (1909-1992) y su Figura tumbada en espejo. "Lo vi por primera vez siendo adolescente. En esta obra pude ver al fin cómo los cubistas evolucionaban hacia lo blando, hacia la carne deformada. El juego con el espejo también es fascinante. El reflejo no solo se niega a dulcificar la realidad que proyecta, sino que es aún más duro que el original. Bacon era un tipo bastante pesimista", explica. Le impactó de igual manera la agitada biografía del artista: "Mientras que Andy Warhol y su tropa eran los bohemios de la Corte, Bacon seguía siendo el marginal. Los merchantes tenían que obligarle a pintar a veces".
- El artista Darío Urzay elige El Puente de Burceña, de Aurelio Arteta (1879-1940). "Atraviesa el tiempo. Parece contemporáneo, pero con un punto de clasicismo. Me puede esa pregnancia, parecida a la de un logo", describe el creador, cuya obra también forma parte de la colección del museo bilbaíno. El lienzo de Arteta muestra a un triste individuo contemplando desde el puente un paisaje industrial en el que el caballo bebe un agua grisacesa con una gigantesca chimenea al fondo: "Me gusta como relaciona la fragilidad de ese ser transitorio con la omnipotencia de la estructura industrial. En unos instantes, el personaje habrá desaparecido, el paisaje seguirá".
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