El caviar iraní lucha por sobrevivir
Los furtivos y la contaminación amenazan una industria clave en el país de los ayatolás
La foto en el ordenador de Mohammad Toluei resume el problema y sus anhelos. Una docena de pescadores posan en el puerto de Bandar Anzalí detrás de un beluga de 1.500 kilos. "Ya no quedan esturiones de ese tamaño", lamenta este biólogo marino que dirige el Centro Shahid Behesti para la Cría y Repoblación del Esturión. La imagen se tomó hace medio siglo. Desde entonces, los furtivos, la contaminación y la mala gestión de las aguas se han aliado contra el esturión del Caspio, cuyo declive amenaza la industria del caviar iraní y la existencia misma de un pez que se halla entre las especies más antiguas del planeta. Irán trabaja para evitarlo.
"La cantidad de esturiones ha caído en picado desde la desintegración de la Unión Soviética", señala Mohammad Pourkazemi, director del Instituto Internacional para la Investigación del Esturión. De repente, la gestión de las aguas del Caspio pasó a ser responsabilidad de cinco países distintos: Irán, Rusia, Azerbaiyán, Turkmenistán y Kazajstán. Pourkazemi atribuye a la menor coordinación y a los problemas socioeconómicos de los nuevos países el aumento de la pesca furtiva, que es la principal causa de la práctica extinción de alguna de las variedades locales de ese pez.
La cantidad de esturiones ha caído en picado desde el fin de la URSS
Los 600 euros que pueden llegar a pagarse en Europa por 100 gramos de un buen caviar de beluga, las huevas más apreciadas, dan una idea del negocio, y de los alicientes del mercado negro. Para Irán, sin embargo, la eventual desaparición de esa exquisitez es mucho más que una cuestión económica. "Los entre 13 y 15 millones de euros anuales que reporta son una minucia comparados con los ingresos del petróleo; se trata más bien de imagen de marca, del prestigio que asocia el caviar con Irán", asegura Pourkazemi.
Hay motivos para ello. El 90% del caviar mundial procede de la cuenca del mar Caspio, y casi la mitad de esa cifra, de Irán. El problema es que en las dos últimas décadas los esturiones de los que se extrae se han diezmado, poniendo en peligro una industria de la que viven 6.000 familias sólo en la orilla iraní. El Worldwide Fund for Nature ha alertado de que, al ritmo actual, el esturión, una especie cuyos orígenes se remontan a la era de los dinosaurios, habrá desaparecido de ese lago salado en diez años.
Para remediarlo, Irán ha adoptado una doble estrategia. Por un lado trabaja internacionalmente para limitar la captura de esturiones y este año ha reducido unilateralmente su cuota de 43 a 42 toneladas. Por otro, potencia la extensión de la acuicultura.
En el estuario del río Sefid, el Shahid Behesti, pionero de los centros iraníes dedicados a la reproducción del esturión, lleva 18 años criando jaramugos para la repoblación. El año pasado liberó seis millones de alevines de esturión. La cifra se cuadruplica cuando se suman los esfuerzos de los otros tres centros de la organización iraní de pesquerías (Shilat). Pero los depredadores y la contaminación hacen que el 60% desaparezca en el primer año. De los que logran alcanzar la madurez (a partir de los 10-12 años), muchos terminan en aguas de los países vecinos o en las redes de los furtivos. Pourkazemi estima que sólo entre 1% y 3% regresan a desovar al Sefid.
Aunque esa actividad ha granjeado a Irán las simpatías de los conservacionistas, resulta pues insuficiente. En su proyecto más innovador, los científicos del Shahid Behesti han probado a extraer el caviar mediante una especie de cesárea que evite la muerte de las hembras. El resultado del experimento, llevado a cabo la pasada primavera, sólo se conocerá dentro de un par de años.
"A día de hoy, seis de las diez hembras intervenidas siguen vivas", constata Toluei junto a la piscina en la que nadan ajenas a la curiosidad que suscitan. Pero tendrán que pasar dos años hasta que se sepa si son capaces de volver a producir las preciadas huevas. De tener éxito, sería una revolución, pero entre tanto los científicos del vecino Instituto Internacional para la Investigación del Esturión no se arriesgan y trabajan en la crioconservación para establecer un banco genético que permita recuperar el esturión en caso de que llegue a extinguirse.
Estos días, la flota iraní del esturión permanece amarrada. Es época de parada biológica. Dos pescadores, padre e hijo, salen al caer la noche en una pequeña barca del puerto de Bandar Anzali, el mayor del Caspio iraní. ¿Esturión? "No, si nos pillan, nos matan", asegura el padre haciendo un significativo gesto con el pulgar sobre la garganta. Aunque los esfuerzos iraníes contra los furtivos han logrado que la pesca ilegal sea muy inferior a la de sus vecinos, nada garantiza que si uno de esos ganoideos cae en sus redes vayan a devolverlo al mar. La escasez alienta el incentivo económico. -
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.