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Desde el Pacífico
Columna
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El optimismo y la resistencia de Silicon Valley, a prueba

SILICON VALLEY y la región de San Francisco nunca se han sentido más distantes de Nueva York. "Estamos en el punto más distante de Wall Street en Estados Unidos; un punto en el cual es bueno estar hoy" aseguró Tony Perkins, fundador de la red Always On, al dar una conferencia sobre tecnologías verdes antes 600 emprendedores al pie del famoso puente Golden Gate Bridge.

Ojeando los periódicos, leyendo entrevistas, hablando con gente, uno tiene la impresión que está casi en otro país, al menos que estén haciendo lo que pueden para conjurar la suerte... Muchos analistas quieren convencer de que la región no obedece a la misma lógica. Subrayan los puntos positivos, apoyándose en mitos fundacionales y en la historia de la región. El primero es que la naturaleza de la economía local basada en la inversión en empresas principiantes (las start-ups) es tan diferente que no obedece a las mismas leyes.

Va a se más difícil conseguir fondos: Forrester Research reduce sus previsiones de gasto en tecnología de las empresas del 9,4% al 6,1%.
Muchos analistas quieren convencer de que Silicon Valley no obedece a la lógica de Wall Street: la economía local se basa en las inversiones en 'start ups'

El capitalista de riesgo Fred Wilson, explica en una entrevista del sitio VentureBeat que "El cambio debido a la tecnología está ganando y no perdiendo velocidad". Está convencido que la incapacidad de hacer algo comparable juega un papel en las dificultades de Wall Street y que "nunca hemos vivido una época más favorable" para crear empresas capaces de trastocar los mercados y aportar nuevas formas de negocios y oportunidades de ganancias. Sin embargo, Wilson concede que algunos inversores lo pensarán dos veces antes de invertir en una empresa cuyo futuro es incierto, aunque cree que el efecto se notará entre los inversores privados y no en los institucionales (que mueven más dinero). Su conclusión "No veo mucho impacto" de la crisis actual sobre Silicon Valley.

Steve Ballmer, consejero delegado de Microsoft, afirmó la semana pasada en Santa Clara que: "Nuestra industria no es inmune a lo que pasa en la economía global, aunque el sector tecnológico todavía ve cierta tendencia al alza". Dos motivos explican, según Ballmer, esta percepción: hay zonas del mundo, las que compran computadoras y programas, no se han visto todavía afectadas por la crisis ni tampoco los consumidores, a diferencia de las empresas.

De manera más precisa, no faltan quienes subrayan, como el emprendedor Mike Cassidy en VentureBeat, las oportunidades creadas por la crisis: el hecho que las oficinas (un problema en la región) sean más baratas y que contratar gente de calidad resulte más fácil. Otros invocan el segundo gran mito fundacional de Silicon Valley: la constante capacidad de renovarse. Tras la biotecnología y la nanotecnología, ahora se habla de las tecnologías verdes.

Como siempre, hay dos maneras de ver las cosas.

La primera, optimista, subraya su gran potencial. "En tres o cinco años el sector de las tecnologías verdes será más importante que el de las tecnologías de la información", vaticinó Perkins al iniciar su conferencia al pie del Golden Gate. Se trata de una nueva veta en la nunca detenida carrera por el oro californiano: a mayor eficacia en el uso de la energía y los recursos acompañada de una menor contaminación permite ahorrar y ganar dinero. La segunda recuerda que las start-ups verdes requieren más capitales iniciales que sus hermanas de la web 2.0.

Emprendedores y analistas se esfuerzan en proyectar una imagen optimista. Dar miedo podría tener un efecto negativo: parte del sistema descansa en fenómenos de percepción. Pero la realidad es inescapable. "A corto plazo, la gente se va a volver reacia al riesgo", explicó el futurólogo Paul Saffo al San Francisco Chronicle. Va a ser más difícil conseguir fondos. Forrester Research acaba de reducir sus previsiones de gastos en tecnología de las empresas estadounidenses. Crecerán en un 6,1% y no como se dijo en un 9.4% informa el periódico bajo un título elocuente: "La resistencia (resiliency, en inglés) de Silicon Valley podría estar a prueba". No es sólo cuestión de dinero.

Saffo está convencido de que el "domingo negro" de Wall Street "fue como pasar el Rubicón. Ahora cambiará la actitud de todo el mundo frente a la desregulación". Un aspecto de corte político e ideológico al que inversores y emprendedores son muy sensibles.

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