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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

... y no hacer (casi) nada

El estado de excepción que viven los mercados ha llevado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores a seguir la senda de otros reguladores y poner cerco a los especuladores a la baja. La CNMV tomó su acuerdo a los tres días de que su presidente dijera que no hacía falta ninguna medida porque el sistema español ya penalizaba las llamadas ventas en corto. En realidad era una práctica habitual de los operadores saltarse la normativa y no sólo efectuar ventas en corto, sino hacerlo además al descubierto, es decir, sin contar con los valores teóricamente necesarios para ello. Y, aún peor, el acuerdo del regulador y las explicaciones dadas al respecto dan a entender que esas prácticas escapaban hasta ahora a su control y que la puerta al abuso sigue abierta.

No se puede decir que la nueva normativa sea especialmente estricta: basta que el vendedor le diga por teléfono al intermediario que tiene acciones -sin necesidad de acreditarlo- para que la operación se lleve a cabo. O, más aún, que el cliente prometa a su agente que nunca hará ventas en corto al descubierto para que a partir de ese momento se tramiten todas sus órdenes sin necesidad de comprobación alguna por parte del intermediario.

¿Qué consecuencias tiene mentir al intermediario? Según las respuestas que da la CNMV, será considerado un indicio (ni siquiera una infracción punible en sí misma) de manipulación de mercado. Parece poco reproche, pero aún resulta más grave la sensación de que la CNMV no tiene forma de controlar esas conductas si el operador es mínimamente hábil. Mejor valoración merece la exigencia de que los inversores hagan públicas sus posiciones especulativas a la baja cuando éstas sean significativas. En este punto hay sólo una pega, pero es gigantesca: restringir la transparencia a los valores financieros es todo un incentivo a ensañarse con los de los demás sectores, aprovechando la falta de luz ni taquígrafos, la mejor receta contra el abuso de mercado. Eso, por lo que respecta al supervisor del mercado. Del Gobierno, en un día en que los principales líderes europeos saltaron a la palestra para tratar de paliar la hecatombe, no se supo ayer nada.

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