Batasuna promueve una lista electoral 'blanca'
El objetivo es juntar 'independientes' que superen los controles judiciales y se enfrenten al PNV
Desde el mes de junio, distintos sectores de la izquierda abertzale intentan, con gran discreción, unificar las fuerzas dispersas, los miles de votantes que en este largo camino se han ido desprendiendo de la ortodoxia y alejando del compromiso político que habían mantenido durante años. La clandestinidad a la que se ha visto abocada Batasuna tras su ilegalización ha dejado a la deriva a este amplio y diverso mundo radical que de nuevo intenta subir a la palestra política con la mirada puesta en las elecciones autonómicas.
Desde el mes de junio, un grupo de independientes del universo abertzale -ex parlamentarios de Euskal Herritarrok (EH), miembros de la plataforma Euskaria y del mundo de la cultura vasca, entre otros- promueven la creación de un "proyecto unificado de la izquierda abertzale" cuyo principal objetivo, a corto plazo, sería lograr componer una lista electoral que garantice la voz y la presencia del mundo presencia del mundo abertzale en el futuro Parlamento vasco que saldrá elegido la primavera del próximo año. Una lista blanca que supere los controles judiciales a la vez que asegure la presencia en la Cámara vasca para erigirse en fuerza referencial a la izquierda del PNV. Un espacio que está por articular y cuya gestión política ambicionan los radicales y no quieren que se les escape.
Afirman que la actuación de ETA y la política del PSOE son "un obstáculo"
Admiten que la izquierda 'abertzale' vive una situación "preocupante"
El documento fundacional del nuevo proyecto, al que ha tenido acceso este periódico, está siendo presentado con gran discreción dentro del mundo radical en los últimos meses. En cuatro folios, el documento admite que la izquierda abertzale está viviendo una situación "preocupante". Y reconoce, a modo de autocrítica, que, si se tiene en cuenta que la sociedad vasca ha asumido ya de forma mayoritaria que los dos estatutos (Euskadi y Navarra) "están obsoletos", el mundo abertzale "está fallando" en la estrategia de buscar el camino a un Estado soberano.
Por eso promueven un nuevo proyecto que no sería otra cosa que volver a intentar la "unidad" de todos los abertzales y soberanistas, para aglutinar y así poder recuperar a los "miles de ciudadanos, miles de votantes", que se han dispersado en el camino. "La masa crítica de la izquierda abertzale necesita una oportunidad. No la neguéis, ni la retraséis", afirman.
Los promotores de la iniciativa consideran "imprescindible" competir en las futuras elecciones autonómicas. Aunque admiten que el panorama se presenta "muy oscuro", se muestran partidarios de no responder "cabizbajos", sino "poniendo un remedio" a la situación de clandestinidad en que se encuentra la dirección y los representantes de Batasuna, porque creen necesario que los representantes de soberanismo mantengan un "mensaje convincente" para los próximos cuatro años.
Medios abertzales consultados aseguran que lo que persigue esta iniciativa sería reconstruir la unidad que supuso en su día Euskal Herritarrok, la plataforma electoral creada para sustituir a Herri Batasuna en el momento en que esta última firmó el pacto de Lizarra que precedió a la tregua de ETA en 1998. Entonces, EH fue el impulsor de una unidad nacionalista sin precedentes y en la que se incluyó el PNV, aunque se desmarcara enseguida. La unidad le supuso a la izquierda abertzale una importante prima electoral -14 parlamentarios en la Cámara de Vitoria- que no ha vuelto a conocer ni antes, ni mucho menos después, de la ruptura de aquella tregua.
Los impulsores de esta nueva iniciativa no soslayan del todo, pero tampoco afrontan en su texto fundacional, lo que constituye la clave de su capacidad de pervivencia como formación legal, que es en definitiva lo que persiguen: la actitud de condena o tolerancia ante la violencia de ETA. Como ha demostrado la reciente y cortísima experiencia de ANV, sólo una condena sin paliativos de los atentados de ETA, que signifique un desmarque de la obediencia y sometimiento a la banda terrorista, garantizaría la pervivencia de una formación política a la que no sería necesario aplicar la Ley de Partidos.
Según el nuevo proyecto, la "estrategia político militar" -eufemismo con el que denominan la violencia de ETA, a la cual no se menciona- es un "obstáculo" equivalente al inmovilismo represivo de los partidos estatales, PSOE y PP. Y desde este punto de partida -que coloca en el mismo plano como "obstáculos" a ETA y a la política estatal contra la banda terrorista- creen dar un paso más para conseguir la unidad de fuerzas abertzales, hasta ahora imposible a causa precisamente de la violencia etarra.
El voluntarismo de esta declaración se completa con la promesa de que, si consiguen esa unidad y "no continuamos inmóviles, tendremos el valor suficiente para buscar una salida clara". Una ambigüedad con la que estarían insinuando, a la luz del precedente de Lizarra, la posibilidad de una nueva tregua etarra en la medida en que las fuerzas políticas y sociales abertzales, a las que separan precisamente los atentados de ETA, cumplan la condición de sellar su unidad para que Batasuna sea más fuerte en una negociación.
La ilegalizada Batasuna sigue así buscando enmascararse en nuevos proyectos de unidad y acumulación de fuerzas nacionalistas, adherir independientes que le permitan persistir en una política continuista sin querer ver que cada vez es más raquítica. Su discurso y su proyecto chocan, por ejemplo, con la realidad de su verdadera situación interna que, aunque preserva con secretismo, suele aflorar al público. Un reciente e ilustrativo ejemplo de ello es que dos presos de ETA, destacados por su largo historial militar como miembros comprometidos de la banda, Joseba Urrusolo y Carmen Guisasola, acaban de escribir en el diario Gara una agria crítica de la actual estrategia política en la que afirman que "buena parte de la izquierda abertzale no se siente representada por la actual Batasuna".
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