El desgaste de Ibarretxe agita el debate

El fracaso de la consulta planteada por el lehendakari, Juan José Ibarretxe, como única vía de salida al crucigrama político del País Vasco se ha convertido en un arma arrojadiza contra el PNV en su intento de alumbrar un nuevo discurso que le permita afrontar con garantías las próximas elecciones autonómicas en marzo de 2009. Así se puso de manifiesto ayer, en el último debate de política general de la actual legislatura en el Parlamento de Vitoria, donde la oposición agudizó al máximo la idea de "Ibarretxe, quemado", sin que las voces peneuvistas les rebatieran con un ideario remozado más allá de azuzar a Zapatero y al Tribunal Constitucional por haber puesto "una alambrada" a los derechos de expresión política de los vascos.

Barreda (PP): "Usted

Erauskin (EHAK): "Ha quedado claro que el PNV quería patrimonializar la consulta. El PSE ha seguido el camino del PP en su papel de todos a la cárcel"

Unai Ziarreta (EA): "PSOE y PP no quieren ningún acuerdo en Euskadi. En esta España no tenemos nada que hacer, porque nos están echando"

Oskar Matute (EB): "La consulta ha resultado fallida, pero tenemos que aplicarla a todos los asuntos sociales que afectan a la ciudadanía"

Patxi López (PSE-EE): "Para vivir entre alambradas no he visto nunca un país que haya prosperado tanto como Euskadi. Su discurso ya no sirve"

Ibarretxe: "El PSOE y el PP, usando al Constitucional, han enseñado los límites de la alambrada"

A tal punto llegó la acometida de PSE-EE y PP, eso sí sobre argumentos no coincidentes, que el portavoz peneuvista, Joseba Egibar -incondicional del discurso soberanista dentro de su partido- tuvo que emplearse a fondo más de una vez desde la tribuna para defender a Ibarretxe con una nota "bastante aceptable" por su gestión y como garantía de futuro en clave electoral. De paso, y consciente del contexto del debate, descalificó a Patxi López "porque no se le puede extraer más zumo" y en el caso del PP a "otros trenes que han pasado por aquí como Mayor Oreja, Redondo, Iturgaiz o San Gil".

En un pleno sin pulso político, los actuales dos bloques de la Cámara (el tripartito PNV-EA-EB y Aralar, de un lado, y sosiclistas y PP de otro), con el PCTV-EHAK de invitado de piedra en estos momentos "hasta que se conozca el futuro de alguna lista blanca", como dijo Ibarretxe, compusieron sus previsibles discursos con la mirada puesta en las urnas de marzo.

Así, aunque Ibarretxe expuso un cuadro de medidas contra la crisis económica, en el que incluyó un plan de su Gobierno con las tres diputaciones, el impulso a la Y y el análisis de 11 proyectos estratégicos de otras tantas empresas por un importe de 500 millones de euros, fue suficiente que mantuviese su conocido discurso sobre la consulta y su prohibición para que sus rivales aprovecharan el argumento y aludieran al fracaso y su "intento de dividir el país".

El PNV, en su vertiente más pactista, quiere que no se hable más de la consulta, pero se ve impelido a responder a los ataques, como ayer hizo con su vehemencia e intencionalidad habituales Egibar. En Sabin Etxea se procura no desairar a Ibarretxe justo ahora que se afronta el momento crucial de decidir sobre su continuidad, que en algunos escaños no se da por segura. Y es que en vísperas del Alderdi Eguna (Día del Partido), el PNV tuvo que salir a defender la opción de Ibarretxe como opción de futuro cuando escuchó en el Parlamento que "ya es un hoja que se la lleva el viento", como señaló un incisivo Barreda, del PP, o que "su modelo no sirve" en palabras recriminatorias de López. Ahí es donde les duele a los peneuvistas porque saben que la consulta non nata ha eclipsado toda una legislatura y el balance se escurre entre los dedos. Por eso socialistas y populares cargaron ayer sobre el futuro del actual lehendakari, que se mostró muy agradecido por el apoyo de sus dos socios en el tripartito. La oposición constitucionalista, a la que Ibarretxe identificó como bloque, sabe que la intención mayoritaria del equipo de Urkullu es abordar un nuevo discurso, más cercano a la realidad social, conscientes del degaste que acusan. Pero temen que a Ibarretxe le costará digerirlo y entonces su propósito se vería otra vez constreñido.