Cultura, política y economía convergen en un solo proyecto
¿Por qué un nuevo Guggenheim? Simplemente, porque las piezas encajaban, cultural, política y económicamente. A principios de año, la Diputación buscaba una inversión de peso para invertir el superávit generado por la bonanza económica de 2006 y 2007. El museo Guggenheim de Bilbao, por su parte, anhelaba alguna solución que le permitiese resolver sus problemas de espacio, y de paso dar un nuevo impulso a la pinacoteca. Las reuniones entre los responsables de ambas instituciones hicieron el resto. En ellas participaron el diputado general, José Luis Bilbao, la diputada de Cultura, Josune Ariztondo, el director del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte y Jon Azua, el representante de las instituciones vascas en el Board of Trustees, el patronato, de la Fundación Solomon R. Guggenheim.
El emplazamiento elegido, la comarca de Urdaibai, es una zona cuyo desarrollo económico queda condicionado al cumplimiento de una estricta normativa medioambiental, debido a su condición de Reserva de la Biosfera. La Diputación vizcaína siempre miró con cierto recelo este corsé legislativo, dictado por el Gobierno vasco. "No debe primar el paisaje sobre las personas. Urdaibai no puede ser una reserva india, sino un lugar donde vivir dignamente", recalcó Bilbao en una comparecencia a finales de julio. El diputado general calcula que, si se pudiese lograr aumentar la media de pernoctaciones del visitante extranjero en Vizcaya de 1,8 días hasta dos días y medio, el retorno de la inversión estaría garantizado.
Políticamente el proyecto también daba dividendos. El anuncio del mismo, el 24 de junio pasado, a tres días del pleno en el que el Parlamento vasco aprobó la consulta del lehendakari Ibarretxe, permitió al sector pactista del PNV transmitir la imagen de un partido más pendiente de proyectos estratégicos que de ambiciones soberanistas.
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