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Muchos jornaleros evitan la fresa

Un 25% de los trabajadores de la siembra serán contratados en origen

Hace dos décadas, los jornaleros andaluces solían acudir por miles a las campañas freseras de Huelva, procedentes de Cádiz, Sevilla o Córdoba. Ellos reforzaban una demanda de mano de obra que únicamente los braceros de Huelva no podían atender. El auge de la economía, empujado por la construcción y el turismo, terminó derivando a estos sectores parte de la fuerza laboral agraria, que buscaba mejores condiciones y salarios.

"El trabajo es muy pesado y los sueldos son como son", dice un agricultor

Pero los años de bonanza han llegado a su fin y la presente crisis, acompañada de un importante aumento del desempleo, ha obligado al Gobierno a lanzar un mensaje muy claro: hay que primar la contratación de parados locales -españoles o extranjeros regularizados- en el campo. Sólo cuando todo el que quiera trabajar lo haga, se llamará a los peones foráneos que, el año pasado, constituyeron un contingente para la siembra de unas 5.000 personas.

La Administración, a través del Servicio Andaluz de Empleo, ha entrevistado a los 22.000 afiliados al Régimen Agrario para saber cuántos estarían dispuestos a volver a trabajar en la plantación. 15.000 de ellos son fieles y suelen repetir el tajo en las mismas fincas cada año. Del resto, sólo 450 se han comprometido, en principio, a aceptar un puesto. Por tanto, a pesar de que el 75% de los trabajadores que sembrarán la fresa este año serán locales, la carencia de peones continúa.

Queda patente que, por el momento, la respuesta de los trabajadores del campo a la iniciativa del Gobierno es tímida. Esto corrobora, además, el escepticismo con que los agricultores y los empresarios recibieron la medida. Así, pensando que el número de españoles no iba a variar finalmente, los agricultores han pedido 6.500 inmigrantes contratados en origen similar.

¿Cuáles son las razones de esta aparente falta de interés de los españoles para volver a los cultivos? Los sindicatos afirman, desde hace tiempo, que las "precarias" condiciones laborales y salariales hacen poco atractivo un sector tan duro como el de la fresa.Con el último convenio agrícola de Huelva, firmado en junio, los sueldos han mejorado hasta alcanzar los 38,64 euros al día en la plantación y 37,06 en la recolección (de los que hay que descontar un 2% de IRPF, el desempleo y, en caso de ser extranjero, la Seguridad Social). Se trabaja seis horas y media diarias, seis días a la semana.

"Yo no creo que ni los sueldos ni las condiciones laborales, que son buenas, sean la explicación de por qué ya no se apuntan jornaleros locales. Creo que, simplemente, hay muchos que ya no quieren trabajar en el campo, a pesar de que se les ponga facilidades como vivienda, transporte o se les sufrague parte de la gasolina", opina Eduardo Domínguez, de la asociación COAG.

"Nosotros somos los primeros que reconocemos que el trabajo es muy pesado y que los sueldos son como son, pero también digo que van en función del precio en el mercado del producto y éste no es alto", explica Alberto Garrocho, agricultor de Palos de la Frontera, de 45 años, que lleva desde los 12 trabajando la tierra. "Este año vendíamos el kilo de fresón a unos 0,85 o 0,90 euros el kilo. De ahí sacamos facturas, seguros, sueldos...", continúa. Alberto Garrocho no tiene problemas para contratar a españoles. "Antes venían familias enteras de pueblos gaditanos, sevillanos y cordobeses. Pero encontraron trabajos mejores", recuerda.

Una de las familias que desde hacía décadas acudía a la fresa era la de Antonio Poley, de Puerto Serrano (Cádiz), que, al final, se asentó en Palos, y sigue trabajando en la finca de Garrocho. "Yo he visto toda la evolución. De tener sólo compañeros españoles a ser la mayoría rumanas o polacas", comenta Antonio, de 28 años.

"He estado de jornalero, en campañas y lo llevaba bien porque vivía en casa de mis padres. Pero pagar un alquiler con lo que se gana es difícil", comenta el joven. El trabajador ya es un empleado fijo, junto a su padre, y ahora se encarga de organizar cuadrillas, transportar material y productos, entre otras labores, y su jornal ha mejorado algo y ronda los 1.200 euros mensuales.

Alberto Garrocho (izquierda) y Antonio Poley, en un campo de fresas de Palos.
Alberto Garrocho (izquierda) y Antonio Poley, en un campo de fresas de Palos.IVÁN BOZA

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