Vergüenza ajena
El Consejo General del Poder Judicial más partidista y vergonzoso de la historia de la democracia apura sus últimos estertores con una nueva decisión polémica: dejar sin sanción la rebeldía de la juez de Denia por negarse a celebrar matrimonios homosexuales. Esta inefable juez, además de incumplir la ley, se permitió el lujo de insultar a otros poderes del Estado. El CGPJ ampara esas manifestaciones dentro de la libertad de expresión.
¿Sería igual de comprensivo el Consejo si otro poder del Estado insultara a jueces por dictar sentencias escandalosas? Ha quedado demostrado que este CGPJ saliente, de mayoría conservadora, ha gobernado a los jueces no con la ley en la mano, como debía, sino con la ideología en el puño.
El nuevo Consejo será más equilibrado, pero lleva razón el ministro de Justicia cuando dice que en el CGPJ pesa demasiado la representación de magistrados, 12 vocales sobre 8 entre abogados y juristas.
Visto el corporativismo ideológico de los jueces, quizás habría que reformar la Constitución para dar entrada en el CGPJ a otros operadores jurídicos: procuradores, oficiales y funcionarios judiciales y, sobre todo, ciudadanos normales usuarios de la Administración de justicia, que somos sujetos activos y pasivos de derecho.
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