Fotocopia al cuadrado
Muchos de los directores debutantes de hoy día poseen una funesta característica común. Pretenden confeccionar películas sobre la vida, pero éstas no se parecen en nada a la vida, a lo que se parecen es a otras películas. Y, lo peor, se parecen a otras películas que ya se parecían a otras películas, lo que quizá haga interminable la cadena.
Ése es el caso de Cuatro vidas (a veces las distribuidoras se empeñan en empeorar los títulos); el original, The air I breathe (El aire que respiro), es, al menos, distinto a otros y no admite duda, primer trabajo del estadounidense de origen asiático Jieho Lee, otra suerte de existencias cruzadas, basada en la sofisticación de la puesta en escena y en la presumible trascendencia de la temática. Relamida cuando pretende ponerse romántica y sólo admisible cuando es la presencia interpretativa de su buen reparto el que comanda la acción, Cuatro vidas abunda en el azar como elemento incuestionable e irresoluble del devenir, amparándose en un proverbio chino que divide la vida en cuatro emociones: la felicidad, el placer, el amor y el dolor.
CUATRO VIDAS
Dirección: Jieho Lee.
Intérpretes: Brendan Fraser, Andy García, Sarah Michelle Gellar, Forest Whitaker, Kevin Bacon,
Julie Delpy.
Género: drama. EE UU, 2007.
Duración: 95 minutos.
Así, un oscuro oficinista, el violento pero en el fondo dulce matón de un mafioso, una estrellita del pop adolescente y un médico enamorado de la mujer equivocada unen su proceder en medio del desasosiego general. Sin embargo, la tesis de Lee respecto de la casualidad (o la causalidad, vaya usted a saber) es tan desastrosa y de tan ínfimo nivel que ni siquiera es capaz de acabar uniendo los hilos narrativos con la suficiente convicción como para que éstos enlacen (sólo hay que fijarse en el accidente de coche de la conclusión y ver que éste no conecta temporalmente con la entrega inicial de la pistola).
De modo que el desorden del relato (otra lacra del cine de hoy, no sólo por la reiteración sino sobre todo por sus fallidos ejercicios) acaba arruinando las pocas posibilidades de lo que no es más que un simulacro de película. Un refinado envoltorio de luces y sombras que sólo contiene la fotocopia de una fotocopia de una fotocopia...
Babelia
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