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DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2008 | 15ª etapa
Columna
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¿Sol y playa?

Leía hace unos meses en la prensa un análisis sobre el turismo en España donde un analista hablaba del riesgo de que España se especializase en un "turismo geriátrico". El perfil del turista medio correspondía a una persona mayor de 50 años, con poder adquisitivo bajo-medio y que tenía bien claro lo que venía buscando: el tándem sol y playa. No sé si la intención de los encargados de diseñar el recorrido de esta Vuelta es romper con el tópico y mostrar otros atractivos, pero podría serlo. Porque cualquier espectador que siga a diario las etapas puede llegar a la errónea conclusión de que en España no hay ni costa ni mar, aunque eso sí, sol se ha visto. Quizá simplemente han pensado en nosotros y, como no encajamos en ese perfil, han deducido que nos tiran más otras cosas; por ejemplo la montaña.

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Y es que en dos semanas, sólo hemos visto el mar en dos ocasiones, ambas en dos de los pueblos más bonitos del Cantábrico, por cierto, San Vicente de la Barquera y Cudillero. Playas yo no he visto ninguna, aunque me consta que estos dos pueblos también las tienen. También es cierto que vimos el mar en los últimos kilómetros de Suances. Pero con la oscuridad de la tormenta que nos caía en aquel momento, apenas vimos algo azul en el horizonte; muy de refilón y con el rabillo del ojo, que estaba más atento a los peligros que se presentaban por delante.

Lo que si hemos visto han sido montañas, tanto en los Pirineos como en la Cordillera Cantábrica, así como las estribaciones de Sierra Morena, que cruzamos de Sur a Norte en la etapa de Puertollano. En los Pirineos tuvimos además tres noches en las que pernoctamos en estaciones de esquí (El Tarter, Baqueira y Candanchú). Al igual que con las playas, tampoco vimos la nieve, pero eso ya no tiene nada de excepcional en septiembre, aunque con el cambio climático, me parece a mí que cosas más raras veremos. Y ayer algo debió influir ese aire del mar que siempre anima para que saliésemos de esa manera. Qué horror. Todos sabían que habría escapada, y muchos estaban dispuestos a cogerla, así que la batalla duró y duró mientras huíamos de nuevo del mar en busca de más montaña, camino del Parque Natural de Somiedo.

Por último, aprovecho estas líneas para despedirme de mi compañero y hermano Mauricio Ardila. Ayer tuvo que abandonar por problemas físicos, una baja sensible en la carretera pero más en lo personal. Nos estaba culturizando día a día; siempre nos sorprendía con alguna palabra o expresión de su castellano de Colombia que amenizaba los desayunos y las cenas. A recuperarse ahora Mauricio, pero no aparcaremos el proyecto "Diccionario hermano". Hasta mañana.

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