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Reportaje:La Noche en Blanco: cuenta atrás / 1

¿Y esto cómo lo han hecho?

La tormenta complica el montaje de 10.000 luces junto al puente del Rey y de 300 kilos de tela en el edificio de Telefónica

Nadie diría que Giancarlo Neri, con dos dedos de barro en las botas y moreno agromán, está en pleno proceso creativo. Sólo unas gafas Wayfarer rojas delatan excentricidad de artista en este napolitano de 53 años que dejó el fútbol profesional para exhibir su obra por medio mundo. En la explanada del Rey, al borde del Manzanares, está instalando Máximo Silencio, pero su máxima preocupación es la meteorología.

La tormenta del martes dejó la explanada, junto al puente del Rey, hecha un lodazal. Entre los charcos, 10.000 lámparas de plástico aguardan en sacos negros para ser plantadas siguiendo una pauta de "caos organizado". Algunas ya estaban cableadas cuando llovieron piedras; sorprendentemente no se rompió ninguna. Neri rescata un enchufe ahogado en un charco: "¡Qué desastre!", dice chascando la lengua. "Si vuelve a llover, tenemos un problema", y cruza los dedos.

"Si vuelve a llover, tenemos un problema", dice Giancarlo Neri Daniel
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Unas diez personas (la mayoría hombres sin camiseta) trabajan 12 horas, durante cinco días para que la instalación brille cuando el alcalde le dé al interruptor el sábado a las 22.00. Neri se arremanga para el trabajo sucio: "Prefiero el barro que estar encerrado en un taller. Las ferias y las galerías son un rollo autoreferencial". Se nota que disfruta trabajando en la calle: "Es más divertido, te da el sol y hay una razón conceptual detrás; quiero acabar con la separación entre el arte y el mundo".

En la plaza de España, los artificieros suben sacos de pólvora al antiguo hotel Plaza. "Por dentro parece Beirut", dice Rene Esteve, de Elsinor, la productora que está montando una foto de Chema Madoz sobre la fachada en obras. Otras cuatro empresas privadas se encargan de colocar la lona, iluminarla, reforzar los andamios y preparar los fuegos artificiales que coronan el destape de la foto. En total, 30 personas.

Obreros especializados en trabajos verticales desenrollan los 40 - 43 metros de lona de PVC microperforada (para que no se hinche con un golpe de viento). Paralelamente, los operarios colocan bengalas en las ventanas de siete pisos (que se encenderán formando un marco) y fuegos artificiales en las tres terrazas del edificio. Mientras, otro equipo instala 30 focos de gran potencia en la calle para lanzar un fogonazo cuando, a las 21.00 del sábado, caiga el velo que cubre la obra de Madoz. En jerga, esta combinación de efectos se llama "el acting". Tarda dos días en montarse, dura 10 minutos.

Tras una instalación de estas dimensiones hay, además de mucho trabajo, mucho papeleo. "Un arquitecto supervisa todo, hay una normativa muy estricta", dice Esteve. No pueden usar más de 50 kilos de pólvora, en cada planta hay un tipo con un extintor, los bomberos están avisados, el equipo, adoctrinado. "Hay incluso un responsable de llamar a la policía en caso de accidente para que no marquemos 091 todos a la vez... No pasará nada, pero estamos trabajando con fuego", dice el productor.

En medio de todo este barullo, una foto secreta. Se sabe que es una luna, pero no cómo el fotógrafo, aficionado a los trampantojos, la ha transformado. "Me da un poco de apuro tanta expectación", dice Madoz, y justifica cortado: "Cuando se la enseñé al equipo del festival les sorprendió tanto que quisieron llevar esa emoción al público". Él tampoco la ha visto impresa en la lona: "De cerca sólo son manchas, necesitas colgarla del edificio para tener perspectiva".

"¡Yo soy un soldado, no un general!", dice Neri en su campo de batalla. El general es Corrado, su director técnico en el proyecto desde las primeras preguntas a las últimas. ¿Dónde compramos las luces? ("Shangai, buenos precios"); ¿de cuánto consumo estamos hablando? ("Muy bajo, cada una consume 1,7 vatios"); ¿cómo las traemos desde Roma? ("En barco a Barcelona y luego en dos camiones").

Pero no todo se puede planear. A veces granizan piedras, como anteayer, y hay que buscar una bomba para drenar los charcos, lo que retrasa el trabajo. (Hablando de inesperados, un operario del Manzanares le cuenta al artista que la explanada es zona de furtivos encuentros sexuales, a Neri le hace gracia, igual más de uno se lleva un susto cuando el alcalde encienda las luces).

De madrugada, en plena Gran Vía, a la altura del edificio de Telefónica, la general se llama Bárbara Sebastián y está cortando el tráfico. La productora, de 31 años, tiene un problema; ha llegado la grúa, pero no la policía. El bicho de 90 metros ha de subir los tubos de tela diseñados por Sabina Lang y Daniel Bauman para que cuelguen como una joya hinchable de la fachada. Bauman supervisa la operación, también retrasada por la lluvia de la madrugada del miércoles, pero la que corta el bacalao es Bárbara, que lo mismo carga vallas municipales de dos en dos, da órdenes a seis tipos colgados de arneses, espanta borrachos del recinto o le canta las cuarenta al sargento (cuando aparece). Si tienes que suspender 300 kilos de tela a 40 metros de altura en la vía pública, necesitas esto: una leona. "Mientras no granice, tampoco es tan complicado", dice ella, que viene de montar el escenario principal del Rock in Rio.

Casi nada: durante tres noches, de las 24.00 a las 8.00, rappeladores suspendidos de cuerdas colocan gatos a presión en las ventanas y luego estructuras metálicas a las que enganchan cinco tubos dorados de 36 metros de largo y 2 de diámetro que después se hinchan con ventiladores industriales.

Armado de cinta americana, Bauman, de 41 años, pone cara de "no he sido yo" cuando ve el lío que se ha montado en la calle. "Cuando imaginas un proyecto así tienes que ser sensato, no puedes pedir imposibles", dice el artista que presentó a la Noche en Blanco un tocho técnico que explicaba al detalle toda la ingeniería de la obra. Le gustaría que cuando la gente vea Comfort # 6 se haga preguntas: "¿Qué significa? ¿Me asusta o me complace? ¿Revierte la jerarquía del poder?". Sin embargo, lo más probable es que la primera pregunta sea algo más pedestre: ¿Cómo han colgado eso ahí? Bauman frunce el ceño y sonríe: "Es cierto, ¿pero no le quita la explicación cierta magia al arte?".

Operarios especializados en trabajo vertical <i>rappelan </i>por la fachada del edificio Telefónica para colgar la obra de Lang y Bauman <i>Comfort # 6.</i>
Operarios especializados en trabajo vertical rappelan por la fachada del edificio Telefónica para colgar la obra de Lang y Bauman Comfort # 6.SAMUEL SÁNCHEZ

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