"¿A qué ha venido usted?"

"¿A qué ha venido usted?". Curiosamente, la calculada y redactada frase con que Mariano Rajoy inauguró ayer su intervención había sido respondida por José Luis Rodríguez Zapatero en el mismo inicio del debate. El presidente fue a señalar públicamente que la situación económica está deteriorada y que su empeoramiento ha desbordado las previsiones de los técnicos en las que, tanto el Gobierno como el PP, habían basado sus propias predicciones.

De hecho, mientras intervenía en el Parlamento, la Comisión Europea pronosticaba que España podría entrar en recesión este segundo semestre. Lo que alejaba definitivamente el discurso de ayer del relativo optimismo que deslizó Zapatero en el Congreso, en julio, en el debate sobre la situación económica, cuando dijo que venían meses de "crecimiento debilitado, pero no de estancamiento duradero y menos de recesión".

El realismo -que le llevó a pedir prudencia ante las previsiones de los técnicos que apuntan que la economía saldrá del bache en el segundo semestre de 2009- lo necesitaba para defenderse de las acusaciones de que el Gobierno está en la inopia y cruzado de brazos cuando venía tomando medidas desde abril. Zapatero reconoció ayer que será juzgado por la lucha contra el paro y que debe demostrar que se ha puesto al frente de la lucha contra la crisis. De modo que se encontró con la paradoja de que tenía pocas medidas nuevas que ofrecer cuando reconocía, como no había hecho antes, la gravedad de la crisis.

El papel jugado por el vicepresidente económico, Pedro Solbes, en el renovado discurso de Zapatero, al que dedicó mucho tiempo de preparación, se reflejó durante el debate en algunas miradas cómplices que el presidente le dirigió, sobre todo en la intervención de Mariano Rajoy. Si el líder del PP pretendió que el debate fuera sobre la lucha contra el paro, no lo demostró. Buena parte del tiempo lo consumió en juzgar la gestión pasada del Gobierno sobre la crisis, su alcance y el equívoco mensaje optimista del presidente en meses pasados.

Sucedió lo mismo con los demás grupos, con excepción del portavoz de CiU, Josep Antoni Duran, el único que presentó un catálogo de medidas. Fue un error de la oposición ante un tema tan dramático como el paro. Como lo fue ignorar absolutamente la dimensión internacional de la crisis, en la que se escudó Zapatero.

La consecuencia fue un debate tedioso a ratos, y rocoso. Zapatero contraatacó con una dureza inusual en él tanto a Rajoy como a la mayoría de los portavoces. El debate confirma la soledad del Gobierno y le augura una difícil negociación sobre los Presupuestos, especialmente con los partidos catalanes. En medio del fragor, el PNV, Coalición Canaria y BNG lanzaron señales de humo.