El principio del fin del 'Hubble'
La NASA prepara la que será la última misión de reparación del más famoso telescopio espacial. En unos cinco años será dirigido para su destrucción
Una leyenda de la astronomía ha llegado al principio del fin. El telescopio espacial Hubble, tras 18 años en órbita mirando el universo remoto y, en general, casi todos los cuerpos celestes, de mostrar un cosmos como nunca se había visto antes, recibirá el próximo mes a siete astronautas que realizarán en él las últimas operaciones de reparación y mantenimiento. Pondrán dos cámaras nuevas, cambiarán equipos que no funcionan, quitarán por fin las famosas gafas que se colocaron al observatorio en 1993 para corregir su defecto óptico y dejarán el Hubble listo para seguir observando el cielo -previsiblemente- durante otros cinco años.
En realidad, la idea es que dure lo que dure a partir de ahora, y cuando deje de funcionar, será dirigido a su destrucción en la alta atmósfera terrestre o en el océano, para que recojan sus últimos trozos. Hacia 2013, el llamado sustituto del Hubble, el telescopio James Webb ya en construcción, tendría que estar listo en el espacio.
Se quitarán las antiguas 'gafas' del observatorio, que ya no son necesarias
El 'Endeavour' estará listo para rescatar al 'Atlantis' si hay problemas
La partida del transbordador Atlantis, con los siete astronautas que irán al Hubble bajo el mando del veterano comandante Scott Altman, está prevista para el 10 de octubre. Es una misión especial, que fue cancelada a raíz del accidente del Columbia en 2003 por considerar que era demasiado peligrosa (en caso de problemas, los tripulantes no pueden refugiarse en la Estación Espacial porque está en otra órbita).
Pero la presión popular -sobre todo en EE UU- y de los científicos, obligaron a la NASA a replanear la decisión y finalmente se volvió a poner en el calendario el último vuelo de servicio del Hubble.
Para atenuar el riesgo, durante esta misión del Atlantis, otro transbordador, el Endavour, con cuatro astronautas de rescate, estarán preparados en el centro espacial Kennedy (Florida) para ir a auxiliar a sus colegas en órbita si tuvieran problemas; los del Atlantis, pese a que la duración de la misión es de 11 días, llevarán suministros para aguantar 25 días en el espacio.
El vuelo asignado a Altman y su tripulación es realmente complicado. El Atlantis se colocará en órbita junto al Hubble y los astronautas lo agarrarán con el brazo robótico de la nave para fijarlo verticalmente en la bodega. Entonces empezarán los paseos espaciales (están previstos cinco, sumando unas 32 horas) en que sustituirán las baterías del telescopio y sus sensores de guiado, cambiarán los seis giróscopos de orientación (tres están estropeados) y pondrán unas cubiertas aislantes. Instalarán dos nuevas cámaras avanzadas: un espectrógrafo ultravioleta de gran sensibilidad y una cámara de gran angular WFC3; además, intentarán arreglar allí mismo otros dos instrumentos destinados a la observación. Será la primera vez que se intenta una reparación de estas características en órbita. La apretada agenda de los astronautas incluye extraer y retirar el Costar, el instrumento que se colocó en el telescopio en la primera misión de reparación (1993) para compensar el defecto óptico (aberración esférica) que tiene debido a un error de fabricación en el pulido del espejo. Ahora todos los instrumentos del Hubble tendrán ya la corrección incorporada y no hará falta el Costar.
El Hubble es un cilindro de aluminio de 13,2 metros de longitud y 4,2 de diámetro, con espejo principal de 2,4 metros. Pesa 11 toneladas y está en órbita terrestre a 570 kilómetros de altura (casi 200 más que la ISS), precisamente en una situación accesible para los transbordadores, dado que desde el principio el observatorio se concibió como una plataforma astronómica de larga duración que sería reparada y mejorada a lo largo de los años por los astronautas.
Tras un retraso de cuatro años debido al accidente del Challenger, en 1986, el Hubble fue lanzado al espacio, el 25 de abril de 1990, con gran satisfacción de la NASA y de los astrónomos de todo el mundo. Pero no empezó a funcionar a pleno rendimiento, con imágenes de calidad, hasta tres años después, cuando se corrigió el problema del espejo.
Entre sus éxitos, tras 15 años mirando el cielo (18 si se cuentan las observaciones mermadas del principio), figura la determinación del valor de la llamada Constante de Hubble y, a partir de ella, la edad del universo (unos 13.700 millones de años), las imágenes del cosmos profundo (hasta unos 10.000 millones de años luz), y miles de objetos celestes conocidos ahora con gran detalle gracias a sus fotografías y espectros de la luz.
El Hubble da una vuelta a la Tierra cada 97 minutos a una velocidad de 28.000 kilómetros por hora. Aún así es capaz de apuntar a un astro con enorme precisión (la desviación es inferior al grosor de un cabello humano visto a una distancia de un kilómetro y medio). Esto, unido a su posición por encima de la atmósfera terrestre que evita la perturbación que induce ésta en la luz de las estrellas, ha hecho, y hace, del telescopio un gran instrumento astronómico.
Hasta ahora se han hecho cuatro misiones de servicio al Hubble (1993, 1997, 1999 y 2002). El coste del programa asciende a unos 4.250 millones de euros, más otros 400 millones aportados por la Agencia Europea del Espacio (ESA).
Si todo va bien en la próxima misión del transbordador, con los nuevos instrumentos y los dispositivos electrónicos reparados, el Hubble tendrá ante sí cinco años al menos de muy fructífero trabajo científico. Las nuevas cámaras servirán, por ejemplo, para estudiar la evolución de las galaxias, poblaciones de estrellas en galaxias cercanas y las cuestiones más candentes de la cosmología actual: la materia oscura del universo y la energía oscura que provoca la aceleración de su expansión.
El Atlantis está desde la semana pasada en la plataforma de lanzamiento de la base de Florida, aunque sus responsables siguen muy pendientes de los huracanes que en esta época barren la zona.
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