Rusia-Polonia
Coincido con la carta del señor Carlos M. Brú (Las reglas de la UE, 3 de septiembre) sobre las opiniones vertidas por el ex presidente polaco Kwasniewski en este mismo diario (20 de agosto). Precisamente el otro día, el primer ministro Tusk sugería medidas para "frenar" la dependencia del gas ruso tras la crisis de Georgia. Siempre que existe alguna posibilidad de enfrentamiento con Rusia, Varsovia la aprovecha puntualmente. Y en beneficio propio, como resultaría de tender conductos desde Asia central hasta Europa, pasando por su territorio y Ucrania.
Por otra parte, los polacos comparten con los islamistas un curioso sentimiento: ellos fueron los verdaderos vencedores de la guerra fría. Los islamistas, se entiende, derrotando al ruso con las armas en la mano en Afganistán. Y los polacos, sobre todo, gracias a la labor del papa Juan Pablo II, que supuestamente socavó los cimientos del Muro. Posteriormente, en 2004, sólo Polonia aportó más de la mitad de la nueva población de la UE que supuso la ampliación.
Varsovia reivindica ahora un liderazgo incluso moral, que no cuadra ni con la letra ni con el espíritu de lo que son las preferencias del proceso de integración europeo. Por tanto, ¿debemos fiarnos más de ellos que de los rusos?
Sorprende la cabida que se le está dando a tales iniciativas entre nosotros, a no ser que intereses económicos españoles anden intentando pujar por algún contrato en el escudo antimisiles.
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