Cheney proclama el derecho de Ucrania a entrar en la OTAN
Bruselas exhorta a Kiev a acercarse a la UE y a Occidente
Occidente quiere a Ucrania en su órbita y ayer lo dejó claro por partida doble. El vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, proclamó en Kiev el derecho de este país a incorporarse a la OTAN, lo quiera o no Moscú.
Y el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, consciente de que no todos los frenos proceden de Moscú, exhortó a los ucranios a acercarse a la UE como la mejor forma de garantizar su seguridad.
Tras llevar su apoyo político y económico a Georgia, Cheney viajó a Ucrania, país clave en el pulso entre Occidente y Moscú. El Kremlin ve su acercamiento a Occidente como un desafío que no puede quedar sin respuesta. Y el movimiento genera fisuras en Ucrania, donde la opinión pública es contraria a la OTAN. La coalición gubernamental está fracturada y la situación es tan inestable que nada puede descartarse: ni siquiera la formación de un Gobierno prorruso a corto plazo.
Cheney retó a Moscú desde Kiev: "Creemos en el derecho de hombres y mujeres a vivir sin la amenaza de la tiranía, del chantaje económico, la invasión o la intimidación", declaró, en referencia a las acciones de las tropas del Kremlin en Georgia. Y repitió que Rusia había "invadido" ese país en un "intento ilegítimo y unilateral de desmembrar su territorio".
El vicepresidente de EE UU reafirmó su apoyo al ingreso de Ucrania en la OTAN y advirtió a Moscú que "ningún país" fuera de la Alianza puede vetar la membresía de Kiev. Cheney se reunió con la primera ministra, Yulia Timoshenko, y después con el presidente, Víctor Yúshenko. Ambos dirigentes ucranios están enfrentados en estos momentos y el partido de Yúshenko ha abandonado la coalición que sostiene al Gobierno de la dama de la revolución naranja.
Los ministros de Exteriores de la UE debatirán hoy con detalle el conflicto del Cáucaso en la reunión informal que mantienen en Aviñón (Francia). Pero ayer el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, ya exhortó a Ucrania a que comprenda que, por su propia seguridad, debe estar más cerca de la UE, y añadió que Bruselas está dispuesta a contribuir a ello. Sin embargo, la Unión va despacio en su estrategia de acercamiento y no ha ofrecido ni a Ucrania ni a Georgia lo que en la jerga comunitaria se llama "una perspectiva europea", la promesa de una futura integración. No hay consenso sobre el grado de relación con ambos países.
Los europeos están muy satisfechos de su intervención mediadora en la guerra de agosto entre Rusia y Georgia, que presentan como un ejemplo de cómo la UE va convirtiéndose en actor decisivo en la escena internacional. Al menos en su vecindad. Prefieren pasar por encima de las ambigüedades que permitieron el alto el fuego, que esperan clarificar el próximo lunes con la visita de Nicolas Sarkozy, José Manuel Durão Barroso y Javier Solana a Moscú y Tbilisi.
Mientras tanto, en Georgia, el Mount Whitney, buque insignia de la Sexta Flota de EE UU, echó anclas en el puerto de Poti, lo que aumentó el malestar de Rusia por la presencia de naves de guerra norteamericanas en el mar Negro. Oficialmente, el Mount Whitney llevó ayuda humanitaria para los georgianos, pero el Kremlin sospecha que los buques están suministrando armas a Tbilisi.
En Moscú, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, integrada por siete repúblicas ex soviéticas, aprobó una declaración en la que expresa "su profunda preocupación por el intento de Georgia de solucionar por la fuerza el conflicto en Osetia del Sur". Sin embargo, Rusia no logró que ninguno de sus aliados reconociera la independencia de surosetios y abjazos.
Cárcel de la CIA en Polonia
La fiscalía polaca está investigando informaciones sobre la existencia de una prisión secreta de la CIA en Polonia donde fueron interrogados presuntos miembros de la organización terrorista Al Qaeda y en la cual los guardianes podrían haber utilizado métodos de tortura, según aseguró ayer Slawomir Nowak, portavoz del primer ministro, Donald Tusk.
Las declaraciones del portavoz se producían después de que la prensa polaca publicase que un documento secreto de los servicios de inteligencia probaba la existencia de la cárcel entre 2002 y 2005. El presidente en estos años era el socialista Aleksander Kwasniewski, y los primeros ministros fueron, sucesivamente, Leszek Miller (socialista) y Kazimierz Marcinkiewicz (derecha).
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