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La amenaza del huracán Gustav

El éxodo en Nueva Orleans paraliza la campaña en EE UU

Bush y McCain tratan de evitar que se repitan los errores del Katrina en un año electoral

Antonio Caño

Arnold Schwarzenegger, gobernador de California, quien, junto a George Bush y Dick Cheney, era la estrella de la sesión de hoy, también canceló su intervención. Lo mismo hicieron los gobernadores republicanos de Tejas y de Luisiana, así como decenas de dirigentes locales y de delegados procedentes de los Estados afectados.

Es muy difícil cancelar un evento organizado desde hace más de dos años y en el que se elegirá a John McCain como candidato presidencial republicano. Pero los dirigentes del partido han anticipado que la convención quedará reducida al mínimo imprescindible, y que será dedicada y consagrada a ayudar en la medida de lo posible a la situación en el Golfo.

Trágico destino de Bush, reducido a sus más bajos niveles de popularidad hace tres años por la deficiente respuesta del Gobierno al paso del Katrina, y privado ahora de un discurso reivindicador ante su público y ante la televisión en hora de máxima audiencia por otro huracán, casi en la misma fecha.

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Mala suerte también para McCain, que se ve desposeído de su gran semana de gloria, después de la que se concedió a sus rivales demócratas, por un accidente de la naturaleza del que a nadie se puede culpar, pero que trae a la mente de los votantes los trágicos momentos del Katrina y la desastrosa labor de socorro cumplida por las autoridades responsables.

Era difícil sustraerse al recuerdo del Katrina al observar ayer las infinitas colas de vehículos que congestionaban las carreteras de salida de Nueva Orleans, las filas del público, negro en su gran mayoría, que esperaba turno para subir a uno de los autobuses dispuestos para la evacuación, las quejas amargas de los ciudadanos por este nuevo suceso cuando la ciudad no se ha recuperado aún del paso del Katrina.

La evacuación de cerca de 250.000 habitantes de Nueva Orleans se ha hecho obligatoria ante la agresividad creciente del huracán, que ayer pasó sobre las costas de Cuba y que puede ganar fuerza sobre las aguas del Golfo antes de aterrizar en el sur estadounidense. El Gustav, que ya ha dejado cerca de un centenar de muertos en el Caribe, barrerá hacia el mediodía de hoy un área de unos 800 kilómetros entre Alabama y Tejas. Los expertos creen que su efecto mayor se sentirá al oeste de Nueva Orleans, adonde podría llegar en el punto más bajo de la fuerza 4 o en el punto alto de la fuerza 3. Esta última era la potencia del devastador Katrina.

Los pronósticos meteorológicos anticipan una suma de vientos, lluvia y olas gigantescas que pueden provocar inundaciones y enormes destrozos en numerosas ciudades de tres Estados diferentes. En un área costera de un centenar de kilómetros en torno a Nueva Orleans se calculan vientos de unos 180 kilómetros por hora. Las autoridades han advertido que, de mantenerse el ritmo de crecimiento actual de la tormenta, será difícil sobrevivir a su impacto en aquellas zonas en donde descargue con mayor ferocidad.

"Ésta es la madre de todas las tormentas", advirtió el alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, al exigir a la población el desalojo de la ciudad. "No creo que hayamos visto algo de tales proporciones antes. Para todos los que crean que pueden hacer frente a esta tormenta por su cuenta, tengo noticias que darles: eso sería uno de los mayores errores de sus vidas".

El tono dramático de las palabras del alcalde intenta hacer conscientes a los ciudadanos de que colaboren para evitar una tragedia mayor. Algunos lo hacen a su manera: las tiendas de armas han agotado existencias y el público las reclama para evitar los saqueos que se dieron hace tres años. A partir de anoche ha sido impuesto el toque de queda en Nueva Orleans, y el alcalde ha asegurado que "no va a haber contemplaciones esta vez". La Guardia Nacional se ha desplegado en las principales calles.

Los preparativos y el riesgo no afectan sólo a Nueva Orleans. Varias ciudades más de la costa están siendo evacuadas. Se calcula que alrededor de un millón de personas se han desplazado temporalmente en la región a la espera del comportamiento que el Gustav tenga cuando llegue a tierra. En Tejas y en Misisipi se han montado centros de seguimiento y se han tomado medidas para acoger a desplazados.

El secretario de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, viajó ayer a Baton Rouge, la capital de Luisiana, donde instalará su cuartel general los próximos días.

La Administración federal intenta que esta vez nadie pueda acusarla de imprevisión. Bush pasó ayer todo el día al frente de la situación. John McCain, por su parte, no quiere tampoco que esta gigantesca tormn también creando perturbaciones en su candidatura.

Con ese fin, McCain, su esposa, Cindy, y la flamante candidata a la vicepresidencia, la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, se trasladaron hasta el centro de seguimiento en Jackson (Misisipi) para asistir en las labores de prevención. El candidato republicano se reunirá con gobernadores y autoridades locales, y tratará de mostrarse involucrado en una misión en la que está centrada la atención nacional.

El candidato demócrata, Barack Obama, por su parte, quiere mantener la discreción ante un episodio en el que el público podría criticarle si intentara obtener algún rédito político. Un portavoz se limitó a comentar que el candidato confiaba en que se hubieran tenido en cuenta las lecciones del Katrina para hacer frente al Guatrina para hacer frente al Gustav.

La campaña demócrata anunció que pondrá a disposición de las autoridades uno de sus instrumentos más valiosos, la red de contribuyentes que tanto ha aportado a la candidatura. Obama mantenía ayer la agenda prevista en Ohio, aunque se informó de que había conversado por teléfono con los responsables de la situación y seguía al minuto los acontecimientos.

El Katrina no sólo arrastró por el suelo la imagen del presidente George W. Bush, sino que destruyó el crédito de la política ultraliberal que defendía su Administración. Todavía ayer, el que por aquel tiempo era todopoderoso asesor presidencial, Karl Rove, defendía que las autoridades que se ponen a prueba en una crisis como la del Gustav son las autoridades locales, no el Gobierno federal, que no tiene competencia para actuar en situaciones de este tipo.

Pese a todo, sería grave para McCain que la ineficacia y falta de recursos públicos que se pusieron en evidencia durante el Katrina se repitieran ahora. El sábado, en Ohio, Obama recordaba unas palabras pronunciadas el jueves anterior en su discurso en Denver sobre "la filosofía republicana de que cada cual se arregle por su cuenta", y aseguraba que McCain era un firme continuador de ese principio.

Muchos de los que tenían previsto intervenir en la Convención Republicana insistirían en una defensa de la libertad individual frente al aumento del papel y los medios del Estado, que proponen los demócratas. Este punto de vista puede hacerse bastante inoportuno en medio de un drama como el que se avecina en el sur del país.

Todo se va a ver modificado en Saint Paul, no sólo los discursos. McCain tratará de convertir esta reunión, inicialmente diseñada para potenciar al candidato, para presentar en sociedad a su compañera de lista y atacar a Obama, en un acto de solidaridad con los compatriotas afectados y, si es necesario, de duelo por lo ocurrido.

Es dudoso el efecto que esta imprevista circunstancia pueda tener en la campaña electoral, pero lo que es seguro es que ambos candidatos van a poner mucho en juego, pues éste es el tipo de situaciones en las que los votantes prefieren medir a sus políticos.

Centenares de miles de coches han colapsado las carreteras interestatales y las vías de acceso a Nueva Orleans.
Centenares de miles de coches han colapsado las carreteras interestatales y las vías de acceso a Nueva Orleans.AFP

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