Los pueblos perdidos
Almería y Jaén acaparan el 66% de los núcleos de población abandonados
En Andalucía existen 80 núcleos de población abandonados, la mayoría -un 66%- en Almería y Jaén. Sus alcaldes se las ingenian para incentivar la natalidad y optar a fondos que revitalicen su economía. La Alpujarra almeriense y la Sierra de Los Filabres son las comarcas que más sufren el despoblamiento.
La mayoría de los núcleos afectados han sobrevivido con la agricultura y no se han sumado al tren económico de las explotaciones intensivas que han hecho despegar El Poniente o la zona de Níjar.
"No es cuestión de turismo rural y poner un burro taxi y un restaurante"
Nacimiento, con 462 habitantes, ha perdido 53 habitantes desde el año 2000 y la comarca 242 habitantes entre 2000 y 2007. "Hemos conseguido frenar el cierre del colegio gracias a la inmigración, sobre todo de rumanos. Pero éste es un pueblo muy envejecido y no nacen niños con la misma rapidez que perdemos vecinos", explica la alcaldesa, Basilisa Ibáñez.
El municipio, al igual que otros de la Alpujarra almeriense o de Filabres como Instinción, Alcudia de Monteagud o Illar, cuenta con recursos muy limitados, entre ellos el agua.
"Nosotros los alcaldes expresamos esto en todos los foros. Pero no es cuestión de hacer turismo rural y poner un restaurante y un burro taxi, que sólo da de comer a tres familias. Es algo más profundo y complicado. El olivo es lo único que medio se mantiene en mi pueblo. Antes había naranjos y parras. Si no es por las jubilaciones y el Programa de Fomento del Empelo Agrario no podríamos salir adelante", justifica la alcaldesa.
En Jaén, la Diputación invertirá más de 23 millones de euros -la mayor parte procedente de fondos comunitarios- en 36 municipios de las comarcas de la Sierra de Segura, El Condado y Sierra Mágina, que son los territorios que más acusan el descenso de población en los últimos años.
Desde el año 1995 la población de Jaén ha bajado en más de 16.000 habitantes. Especialmente significativa ha sido la pérdida de población en el parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas, con un retroceso de 12.500 habitantes en las dos últimas décadas. En uno de estos municipios, Quesada, su Ayuntamiento ha incentivado la natalidad con ayudas de 200 euros, aunque también otras empresas y estamentos del municipio se implican con otros incentivos como la donación de aceite de oliva o vales para productos para bebés. También las entidades bancarias abrirán una cuenta y harán entrega de un regalo a cada niño nacido desde el 1 de enero de 2008.
El alcalde de Quesada, el socialista Manuel Vallejo, recuerda que desde los cincuenta, la localidad venía perdiendo "ininterrumpidamente" población, una tendencia que parece haberse frenado el último año.
En la provincia de Granada, el pueblo alpujarreño de Lobras es el más pequeño. Apenas hay empadronadas 130 personas, aunque la población real que habita la mayor parte del año oscila entre los 50 y 60 vecinos. Jóvenes son seis. La menor del pueblo es una niña de 13 años. El descenso de población fue significativo durante el pasado siglo. De los más de 750 habitantes al apenas centenar y medio que había al final. Y cada vez va a menos, informa Valme Cortés.
"Malamente veo la cosa", asegura Francisco Lara, un vecino de 66 años que vive junto a su hermana Consuelo, la más anciana. La edad de la mayoría de la población es de más de 60 años. "Llegará el día en que desaparezca", lamenta Lara, "aquí no hay futuro".
Lobras y el anejo de Tímar están ubicados en la zona central de la Alpujarra granadina, pero no es un pueblo de paso. Quizá por eso y por su descenso de habitantes no hay ni siquiera un bar. "Ahora han abierto uno pequeño", comenta la alcaldesa, Ana Rodríguez (PSOE), que es más optimista respecto al futuro, siempre y cuando se potencie el factor turístico.
Ni bar, ni tienda donde ir a comprar. Hay que desplazarse a Cádiar, explica el concejal de la oposición, Federico Morón, para quien el pueblo está prácticamente "muerto". De la agricultura, asegura, "no se puede vivir", y ésa es la única actividad que hoy día tiene esta pequeña localidad granadina.
La regidora dice estar "satisfecha" con las ayudas que recibe tanto de la Diputación como de la Junta. Confía en que la "calidad de vida" se convierta en un reclamo para futuros vecinos. El objetivo a corto plazo es que no se vayan los pocos jóvenes que aún quedan en el pueblo. "A éstos los ato yo aquí y no se van", bromea.
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