Un monovolumen con estilo propio
Parece un todoterreno, pero tiene siete plazas y las soluciones prácticas de los monovolúmenes - Sustituye al Chrysler Voyager y está disponible a partir de 26.466 euros
Es robusto y poderoso por fuera como los todoterrenos, amplio y flexible por dentro como los monovolúmenes, y casi tan ágil y austero en el consumo como los turismos. Se llama Journey y reemplaza en Europa al Voyager, el monovolumen más vendido de la historia. Este familiar de fusión de Dodge, la marca deportiva de Chrysler, aprovecha la globalización y comparte el motor 2.0 TDi del Golf y otros coches del grupo VW.
El Journey compite con superfamiliares como los Renault Espace y Ford S-Max, pero aporta detalles diferenciadores. Tiene línea de todoterreno -en Estados Unidos hay versiones 4 - 4-, pero es un monovolumen que recoge el sentido práctico americano. El frontal con la parrilla de Dodge le da presencia; el parabrisas tendido y el trazo ascendente de las ventanillas estilizan la silueta. Y las aletas marcadas y el portón trasero inclinado hacia delante añaden el toque deportivo. El resultado es un familiar elegante y original con la exclusividad de las marcas minoritarias. Pero, a pesar de su imagen compacta, mide 4,88 metros, 23 centímetros más que un Espace y 26 menos que un Grand Voyager (5,14 metros).
Soluciones ingeniosas
El interior es muy funcional y ofrece soluciones ingeniosas para repartir mejor el espacio. Hay una versión básica de cinco plazas, pero el resto incluye siete en una configuración muy europea (2+3+2) que contrasta con la del antiguo Voyager (2+2+3). Las butacas delanteras son amplias, aunque sujetan poco, y las demás son de banqueta corrida, en lugar de los asientos individuales y extraíbles de otros modelos. Sin embargo, es práctico y muy flexible por dentro. Las dos filas posteriores se pueden plegar con una mano; la segunda está dividida en tres partes (40/20/40) que se regulan en longitud y permiten reclinar cada respaldo. Y sólo con tirar de una palanca, las banquetas se recogen hacia arriba, como en los cines, para acceder mejor a la tercera fila. Además, las dos filas de atrás quedan ocultas bajo el piso cuando se pliegan y, aunque esta solución resta espacio de carga, evita quitar y poner los asientos para que estén siempre disponibles. El maletero es pequeño si se ocupan las siete plazas, 155 litros, pero llega a 1.610 si se recogen las cinco posteriores. Y tiene muchos huecos: guantera doble, posavasos, repisas, cofres en el piso...
En el diseño interior prima la funcionalidad, y no es tan austero como otros Dodge y Chrysler. Aplica detalles cuidados, como los plásticos mullidos del salpicadero -que reducen las lesiones en los accidentes-, pero no alcanza la calidad de acabado de los modelos europeos: tiene un salpicadero más simple y presenta detalles pobres (escudo del volante, algunos plásticos de las puertas). Por lo demás, aunque no le sobra la potencia, viaja con soltura y comodidad: está bien aislado y las suspensiones son confortables.
La gama sólo incluye un motor 2.0 turbodiésel de 140 CV que gasta lo justo y hay tres acabados. El base SE (26.466 con cinco plazas) tiene ya seis airbags, ABS, control de estabilidad ESP, aire acondicionado y radio-CD con cargador (seis discos) y MP3. El SE con siete plazas sube a 27.912 euros, pero añade climatizador con salidas a las filas de atrás y más detalles. El SXT suma control de velocidad, asiento del conductor eléctrico y llantas de 17 pulgadas. Y el RT viene con llantas de 19 y tapicería de cuero. Dodge ofrece, además, un DVD trasero opcional (1.307 euros) y un paquete con navegador y cámara trasera para aparcar (1.710 euros).
Precios casi idénticos
El acabado intermedio SXT del Journey cuesta casi lo mismo que otros monovolúmenes equivalentes y, aunque las prestaciones son algo inferiores, incluye de serie detalles como asiento del conductor eléctrico y sensor de presión de ruedas, que no ofrecen sus rivales. Sólo el Mitsubishi Grandis es más barato, 2.700 euros, pero no lleva cargador de CD ni asiento eléctrico del conductor, aunque viene con ordenador de viaje y sensores de aparcamiento.
El S-Max y el Carnival son 400 euros más caros y la diferencia con el Espace sube a 600 euros. El Ford lleva sensores de lluvia y faros, y añade un airbag más de rodilla (siete), pero el control de velocidad es opcional (300 euros). Y, al igual que en el Renault, la tercera fila de asientos se paga aparte: 850 y 889 euros, respectivamente. El Espace incluye tarjeta de apertura, pero no lleva cargador de CD.
El Kia Carnival tiene siete plazas de serie y viene con sensores de aparcamiento delante y detrás. En cambio, no incluye cargador de CD ni control de velocidad.
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