La piratería de discos, problema o solución
Recuerdo con claridad el día en que compré mi último álbum original, The delivery man, de Elvis Costello, de esto hace ya cerca de cuatro años, la verdad es que su presentación, imágenes, tipografía, colores, le daban un empaque interesante y mostraban los sentimientos del autor al escribir sus canciones. En cambio, hoy día, el glamour de mis nuevos CD se ve remplazado por unas letras chapuceras y escritas a rotulador; a pesar de eso, me dolió pagar entonces 18 euros. Pues bien, he dejado de comprar CD originales porque pienso que el uso desmesurado de la piratería no es hoy día un problema, sino una mala solución a otro problema ya existente. El abuso de las discográficas y los impuestos han convertido lo que tendría que ser algo común y arraigado en nuestros planes de compras semanales o mensuales, en delicatessen al alcance de unos pocos.
Ahora tendríamos que analizar si el hecho de descargarse un álbum de Internet para escucharlo en el comedor de casa o en el coche es delito o simplemente no se debe hacer porque las grandes discográficas, las que viven de las ventas de nuevos álbumes, recopilaciones y reediciones están perdiendo su poder. Pues bien, ahora llegan los tiempos del directo, tiempos en los que el artista no verá aumentar la cifra de su cuenta bancaria desde el sofá de su casa, sino que toca calzarse las botas y como dicen... "carretera y manta"...
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