"Este país no es serio ni concreto"
Antes de que conozcan a este hombre alto, simpático, de ojos azules y sin edad, nacido en Roma en 1934, conviene saber algunas cosas. Ioachino Lanza Mazzavino es un noble de rancio abolengo. Por la parte Mazzavino, desde los tiempos de Carlos VI, hacia 1707; y por la rama Lanza, desde Felipe IV.
Hijo de una hija del académico Wenceslao Ramírez de Villaurrutia, ministro de Exteriores de Alfonso XI, compositor de carrera y vocación, Lanza ha sido, dice, "el primer miembro" de su familia que "ha trabajado en 400 años".
"Silvio Berlusconi sólo es un financiero sin escrúpulos ni principios"
Entre otras cosas, como director del Instituto de Cultura Italiana en Nueva York y como gerente del teatro San Carlo de Nápoles, entre 2001 y 2007. Ahora, ha recibido la medalla de oro española de la Cultura, lo que le convierte también en Grande de España.
Pero, sobre todo lo demás, Lanza mantiene un poso de orgullo: él fue quien acompañó a Giuseppe Tomasi di Lampedusa, su tío adoptivo y autor de Il Gattopardo, una de las mejores y más leídas novelas italianas -cuatro millones de ejemplares, y sigue a un ritmo de 40.000 anuales-, durante sus últimos años de vida, 1956 y 1957, que fueron los de la escritura del libro, publicado en 1958.
Además, Lanza fue el editor que aclaró, completándolo, el ensayo crucial de Louis Aragon, que valoró la obra, el contexto histórico, político e ideológico de la novela. "Todo el mundo pensaba que el tío Giuseppe era estúpido. Pero sólo era tímido, un hombre de lecturas. Y la prueba es que la novela demolió todo lo que nos habían enseñado en el colegio. Nos dijo que habíamos hecho trampa, que habíamos unido el país en falso y que cambiando de manera ficticia habíamos perpetuado a la nomenclatura de siempre".
Es difícil encontrar un conversador tan culto. El tiempo y el bolígrafo se quedan cortos. "Lampedusa me adoptó por razones de herencia". "No me benefició porque era pobrísimo. Le gusté porque sabía español. Él quería conocer bien el Siglo de Oro y la poesía contemporánea. Yo con 20 años leía todo. España le apasionaba porque había vencido a Napoleón".
Aquellos años de camaradería los pasaron en Palermo, en el palacio de su tío, Via Bottera, 28, donde vive ahora Lanza, un gran conocedor del sur. Y de sus mafias. "En Nápoles hay un pacto entre el Estado y la Camorra apoyado en el clientelismo del puesto de trabajo y ejecutado por un cinturón criminal y analfabeto, un ejército de precarios sin esperanza. En Sicilia es distinto: la clase dirigente mafiosa es la expresión burguesa de los viejos terratenientes agrícolas del Setecientos, que formaron milicias privadas para defender el territorio porque no había Estado".
La Sicilia de su infancia son "recuerdos del palacio más grande de Palermo, una ciudad destruida por la guerra"; "mamá hablando una lengua diferente en cada comida"; "las colosales cocinas que parecían una máquina de guerra...". Luego llegó la juventud, "El Gatopardo profético que nos alertó sobre la farsa que habíamos preparado", "el 68 con su devastadora cultura de la camarilla", "las bandas sonoras que compuso en los años setenta, el puesto de profesor en la Universidad de Palermo...". Y ahora estamos en la madurez, alegre pero desencantada con "los teatros de ópera, que son como el casino: el día que ganas es mejor que te vayas"; decepcionada con "esa izquierda que propone el programa de Olof Palme con 50 años de retraso", perpleja de ver cómo "los compañeros del colegio han hecho fortunas con el vino siciliano gracias al aire acondicionado que lo mantiene fresco".
Lanza es cruel con la Italia de ayer, y con la de hoy. "¿Qué se puede esperar de un país que ha sido gobernado 40 años por católicos y comunistas? La ética manda sobre lo pragmático y lo laico. El Partido Democrático no puede ingresar ni en el Grupo Popular ni en el Socialista. Es un país nada serio, nada concreto, preferimos hablar que hacer. Y la nomenclatura sigue siendo la misma de siempre".
¿Y se parece al fascismo? "Berlusconi sólo es un financiero sin escrúpulos ni principios éticos. El Partido Socialista Italiano fue la típica empresa berlusconiana. No es que fueran amorales, es que estaban más allá de la ley. Y ahora tenemos un caso único: un Parlamento en el que más de un tercio de los miembros está a sueldo de Berlusconi". Será que, como dijo su tío, "todo debe cambiar para que todo siga igual".
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