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El nuevo policía de Wall Street

El fiscal de Nueva York ataca a la banca de inversión por la venta de deuda opaca

Andrew Cuomo da brillo estos días a su nueva estrella de sheriff de Wall Street. La cruzada del fiscal neoyorquino contra la venta de deuda opaca por parte de los colosos de la banca de inversión estadounidense empieza a dar sus frutos, con devoluciones millonarias. Buenas noticias para los pequeños inversores tras un año pésimo, y malas para la banca: Cuomo no es el único que anda tras los bancos por vender a los clientes productos que en apariencia no asumían riesgos pero que en la práctica estaban expuestos a las endiabladas hipotecas basura. Las autoridades tienen bajo la lupa a una veintena de entidades.

En el epicentro del escándalo figura un sofisticado producto financiero conocido como ARS. Son bonos a tipos de interés subastables, un mercado valorado en 200.000 millones de dólares, que llegó a mover 33.000 millones poco antes de la crisis. Se ofrecían a los clientes como activos canjeables por efectivo, cuando en realidad después se vio que las entidades que los vendían no disponían de liquidez.

Cinco entidades han sido forzadas ya a devolver más de 24.000 millones
El coste total roza los 50.000 millones, con una veintena de bancos investigados

Tampoco se informó a los clientes de que estaban expuestos a los riesgos derivados de la congelación del mercado de crédito, tras el estruendoso derrumbe de las hipotecas subprime. Para Cuomo, que lleva cinco meses investigando las prácticas en este negocio, esto suponía un claro engaño, un fraude del que debe responder la banca.

El escándalo estalló en febrero, cuando los inversores se toparon con la desagradable sorpresa de que los bancos de inversión abandonaron sus posiciones como compradores de último recurso y no podían deshacerse de sus activos. "Miles de inversores quedaron atrapados en una pesadilla financiera", explica Andrew Cuomo, que clama porque se les devuelva el dinero. Y rápido.

El mercado de los ARS permite desde hace dos décadas a administraciones locales, fondos de inversión y entidades que conceden préstamos a estudiantes pedir dinero prestado a más de 20 años a tipos de interés que se subastan cada siete, 28 o 35 días. Desde febrero está virtualmente congelado, por la caída de la demanda.

Cuomo dice que cuando se protege al inversor también se incrementa su confianza, y eso ayuda al mercado. Por eso cree que la banca debe asumir la responsabilidad de los problemas que está creando. La fiscalía neoyorquina ha forzado ya a Citigroup, UBS, JPMorgan Chase, Morgan Stanley y Wachovia a devolver a miles de inversores particulares más de 24.000 millones de euros.

Ninguna de las entidades investigadas admite o niega haber cometido irregularidades, a pesar de haber recibido sanciones por un total de 250 millones de dólares. Merrill Lynch, que sigue negociando, anunció por su cuenta la recompra de deuda por valor de casi 7.000 millones de euros. A estas cantidades se les suman las inyecciones de liquidez pactadas con la Security and Exchange Commision (SEC) para dotar de efectivo a los activos en manos de inversores institucionales, lo que eleva el total a 48.000 millones.

La acción del fiscal recuerda a la de su antecesor, Eliot Spitzer, contra los fondos de inversión en 2003, ante la lenta respuesta de los reguladores en Washington para frenar los abusos de Wall Street. El momento no es bueno para la banca. Ni para la SEC -el supervisor bursátil-, que está viendo cómo la Reserva Federal refuerza sus poderes para controlar a la banca de inversión.

La investigación incluye otros grandes nombres del sector financiero como Goldman Sachs, Lehman Brothers, Royal Bank of Canada, Bank of America y Credit Suisse. El coste para Wall Street de este nuevo escándalo excederá ampliamente las sanciones impuestas por Spitzer y los reguladores de EE UU a los fondos de inversión. La principal dificultad está en calibrar el tamaño de estas entidades antes de pactar la cuantía de las devoluciones y definir las multas que se van a aplicar. Y los reguladores están coordinando su acción antes de mover ficha, para poder dar así carpetazo a este dossier por el que Cuomo se está ganando su fama de nuevo policía de Wall Street, mientras la SEC trabaja en la sombra.

El fiscal neoyorquino Andrew Cuomo, en julio durante la presentación de una demanda contra UBS.
El fiscal neoyorquino Andrew Cuomo, en julio durante la presentación de una demanda contra UBS.BLOOMBERG

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