Los talibanes asesinan a tres cooperantes extranjeras
Las mujeres y su chófer fueron asaltadas cerca de Kabul
Tres cooperantes extranjeras y su chófer afgano murieron ayer tiroteados en una emboscada perpetrada por talibanes en la provincia afgana de Logar, cerca de Kabul. El ataque es el más sangriento llevado a cabo en los últimos años contra trabajadores humanitarios. La creciente violencia en Afganistán ya ha forzado a muchas ONG a restringir su actividad en el país, justo cuando la sequía y el aumento de los precios están creando problemas a la población.
Las cooperantes pertenecían al Comité Internacional de Rescate (IRC, en sus siglas en inglés), con base en Estados Unidos, que desarrolla trabajos de ayuda en el país desde hace 25 años y emplea a unos 650 trabajadores distribuidos en seis oficinas, una de ellas en Logar donde se ha producido el ataque. Las víctimas son una británica-canadiense, una canadiense y una norteamericana.
Desde el pasado mes de marzo, tres de sus oficinas han sido atacadas y destruidas. El IRC anunció ayer que ha suspendido indefinidamente sus actividades humanitarias en territorio afgano, donde perdió otro cooperante el pasado 18 de julio, cuando un grupo de pistoleros disparó contra él y su chófer.
El gobernador de la provincia, Abdulá Wardak, dijo que las cooperantes y su chófer fueron sorprendidos por hombres armados cuando viajaban en un Toyota Corola. En su portal web, los insurgentes se atribuyeron la autoría del ataque y dijeron haber recuperado "municiones" del vehículo, por lo que los ocupantes del mismo eran "militares".
El presidente afgano, Hamid Karzai, calificó el ataque de "imperdonable". "En nuestra cultura no se admite matar a mujeres. Los afganos nunca matan a mujeres, y esto ha sido llevado a cabo por enemigos de Afganistán, no por afganos". La ONU condenó la emboscada y dijo que todas las partes implicadas en el conflicto afgano deben reconocer la neutralidad de los trabajadores humanitarios.
Las ONG que operan en Afganistán, cuyos convoyes suelen ser atacados y sus trabajadores secuestrados cuando no asesinados, se quejaron a principios de agosto de que la intensificación del conflicto está obstaculizando su trabajo y que en lo que va de año ya han muerto 19 de sus trabajadores afganos.
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