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Reportaje:Coleccionista de... medallas militares

"En el coleccionismo, el mal atrae"

El agente de seguros Marc Baldomà recopila objetos de la Segunda Guerra Mundial

Cuando hace un par de meses, a Marc Baldomà, 43 años recién cumplidos, le tocó interpretar a un recto oficial con mala uva en la obra de teatro de la fiesta mayor de su pueblo, Callús (Bages), el papel le vino que ni pintado. No por sus dotes de mando ni por su talante, más propio, puestos a elegir, del coronel alemán Von Stauffenberg, fusilado por conspirar contra Hitler, que de Himmler, el temible reichsführer de las SS. Baldomà no tuvo que pasar por ninguna tienda de disfraces. Le bastó con lo que tiene en casa.

Apareció en el escenario con media docena de medallas militares colgadas en el pecho. Forman parte de su colección particular. Posee alrededor de 80 condecoraciones. Casi todas son de la Segunda Guerra Mundial y casi todas, del bando alemán. También recopila documentación sobre el conflicto, armas, cascos, gorras, uniformes... eso sí, con especial interés por lo alemán. "Es una colección muy heterogénea, lamentablemente, no se focaliza mucho, pero es el periodo que me gusta", explica.

Guarda un tensor del caza Messerschmitt que pilotó Rudolf Hess cuando cayó en tierras escocesas

Baldomà no sabe a qué atribuir exactamente su afición, que considera un hobby "como cualquier otro. Es que tengo que justificarme constantemente, en otro país ni se plantearía. Me cansa un poco", protesta. No es un enfermo de lo militar. Explica, de hecho, que hizo la mili como oficinista. Debe de ser una mezcla de varios factores. Quizá tenga algo que ver el hecho de que a los 14 años empezara a coleccionar unas pequeñas fichas del Club Internacional del Libro sobre armas, guerras, medallas y episodios bélicos, que le llegaban por correo, recuerda nostálgico mientras las desempolva de un rincón de su amplísima biblioteca. Los estudios de Historia, que dejó a medias para hacer carrera en la aseguradora Mapfre, seguro que también tuvieron su papel. Pero el más determinante tuvo que ser, sin duda, cuando su hermana, Elisenda, le regaló, allá por 1985, su primera medalla. Y resultó que era del Partido Nacionalsocialista. Desde entonces su curiosidad ha ido a más y, en paralelo, su periplo por mercados como los de Sant Antoni y Encants y tiendas especializadas. "Desde hace cinco años, Internet ha abierto campos inmensos, pero hay que ir con cuidado, hay muchas copias".

Uno de los principales frentes de batalla es el económico. "Todo es muy caro", dice resignado mientras saca de una vitrina una medalla de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, cuyo precio oscila entre 300 y 350 euros, y una Cruz de Hierro de 1939 con la esvástica. Un clásico. Cuesto en torno a 500 euros: "La aguja es de plata". Calcula haberse gastado unos 20.000 euros en total. Suspira por una Cruz de Caballero, la condecoración con la que la Alemania nazi premiaba la más alta valentía en el campo de batalla entre 1939 y 1945. Sólo se entregaron poco más de 7.300. Los laureados con una se convertían en auténticos héroes nacionales.

Pero tampoco se queja. Muestra con orgullo el prototipo de una medalla que nunca llegó a circular sobre la invasión de París y el tensor del caza Messerschmitt Bf-110 (cuyo fuselaje se exhibe en el Imperial War Museum de Londres) que pilotó Rudolf Hess, lugarteniente de Hitler, en su aventura pacifista por las islas Británicas. Una muestra de la variedad de la colección, que se completa con panfletos propagandísticos, cartillas de soldados e incluso esquelas militares. "En ellas ves quién iba a la guerra, muchachos jóvenes, muchos del Este, carne de cañón". "Cuando entras en el mundo del coleccionismo" -prosigue- "te atraen cosas que uno ni se imagina, el mal atrae. Y cotiza: cuesta menos hacerse con un arma inglesa que con una Luger alemana, por ejemplo. Y no digamos si el objeto en cuestión pertenecía a algún miembro de la SS, el precio se multiplica por 10", explica ante la atenta mirada de su hijo mayor, Cesc (ocho años), mientras Jan (de tres), revolotea con una metralleta de juguete.

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"Con mi mujer, Carme, a veces nos asalta la duda de si hago bien en coleccionar todo esto. Creo que depende del uso que hagas; a mí me sirve para explicarles lo que sucedió. Lo equilibro leyendo mucho sobre el Holocausto". "Creo que lo más fascinante de este periodo es la confrontación tan clara entre el bien y el mal, que quizá en otras guerras no se da. Los nazis encarnan el mal en mayúsculas".

Marc Baldomà, con algunos objetos militares de la Segunda Guerra Mundial que colecciona.
Marc Baldomà, con algunos objetos militares de la Segunda Guerra Mundial que colecciona.SUSANNA SÁEZ

Los datos

- Unas 80 medallas militares de la Segunda Guerra Mundial y otros objetos bélicos relacionados.

- Situada en Callús, en el domicilio del coleccionista.

- No es visitable.

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