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Un año de gestora municipal

La anormalidad de Ondarroa

La gestora sigue celebrando los plenos en Bilbao para evitar a los radicales, que presionan con el impago de impuestos

La iconografía no ha cambiado demasiado en un año: todas las entidades bancarias tienen en sus persianas pintadas por la independencia o a favor de los presos de ETA; hay carteles de conocidos reclusos etarras del municipio en lugares estratégicos (la iglesia, al lado del emblemático puente de Calatrava), y los días festivos se mantienen las mesas en la calle pare recoger fondos para los presos.

Algo sí ha variado: las pintadas en los edificios públicos se tapan rápidamente, aunque de las sucesivas manos de pintura recibidas ya no se sabe cuál es el color real de las paredes.

Algo ha cambiado: las pintadas en edificios públicos se borran con rapidez
"Los proetarras se han salido con la suya", dice Germán Bravo, del PP

Ondarroa es Ondarroa. Es una manera de definir la singularidad de este municipio, tradicional bastión de la izquierda radical abertzale, que por primera vez en la democracia no pudo constituir hace más de un año su Ayuntamiento por la presión de los radicales. Ninguno de los 12 electos del PNV, EA y Ezker Batua se presentó al acto y sólo lo hizo el del PP. Tras un fuerte encontronazo con la asamblea local -se ha saldado con una orden de expulsión de los concejales electos que se negaron a recoger sus credenciales- la dirección del PNV de Vizcaya logró formar una gestora para dirigir el municipio, constituida hace hoy un año.

Pero la normalidad no casa con Ondarroa. Sólo se ha podido celebrar un pleno en el Ayuntamiento, el primero; pero tras el acoso de los radicales la sesión tuvo que continuar en el despacho del alcalde, bajo la protección de la Ertzaintza. El segundo se llevó a la cercana localidad de Markina y los siguientes han tenido lugar en Bilbao, en la sede de la Diputación foral, a puerta cerrada. Las convocatorias no se publicitan. El presidente de la gestora Félix Arambarri avisa al resto por teléfono o correo electrónico. De los 11 miembros de la gestora (nueve del PNV, uno del PP y otro de Ezker Batua, porque los dos a los que tenía derecho EA rehusaron), sólo el presidente reside a diario en el municipio. Y paga su precio: insultos en la calle, amenazas a su familia y la quema de su vehículo particular.

Arambarri defiende los plenos clandestinos en Bilbao. "Si se mantienen en Ondarroa, los enfrentamientos se habían radicalizado. Yo soy de los que piensan que, si se pueden evitar, mejor". Las comisiones municipales sí se celebran en el consistorio.

El presidente de la gestora se ha encontrado con otra singularidad de Ondarroa, pero agravada: la insumisión fiscal. Desde hace dos décadas algunos vecinos no pagan impuestos, y en esta legislatura la izquierda abertzale se ha sumado al impago de tributos. El resultado: dos millones que no se han cobrado, la mayoría ya perdidos al haber prescrito la deuda. El consistorio quiso contratar a una empresa especializada en el cobro de morosos, pero la presión volvió a aparecer en forma de amenazas a la única compañía que se presentó. Por eso decidió dejar desierto el concurso y ahora negocia la firma de un convenio con la Diputación para que ésta se encargue del cobro.

Se mueven algunas cosas. En una de las últimas huelgas políticas convocada por ANV, hubo comerciantes que se negaron a bajar la persiana, toda una novedad en Ondarroa. Los piquetes coactivos, jóvenes quinceañeros, iban con cámaras fotográficas para presionar a los que se resistían. Pero se encontraron con la misma respuesta. "Yo también te voy a sacar la foto y luego ya veremos", dijo un comerciante.

En Ondarroa es difícil que sus vecinos opinen de lo que ocurre. "Prefiero no hablar", es la frase recurrente. Salvo los simpatizantes de la izquierda radical (que no opinaron, pese a los requerimientos de este diario), hay coincidencia en que la tensión en el municipio se ha rebajado. "No me gusta que los plenos sean en Bilbao, pero esto ha propiciado normalidad", dice Iñaki Santamaria, miembro de la gestora por EB, quien enfatiza la labor del presidente. "Sobre todo, el valor por estar ahí", subraya.

Germán Bravo, que lleva 13 años como concejal del PP, dice que la crispación sigue latente y reivindica que los plenos se celebren en Ondarroa. "La gestora debería reunirse, pese a quien pese, en el sitio donde gobierna. Mi sensación es que los proetarras se han salido con la suya. Nos han echado del Ayuntamiento", señala, y recuerda la sesión en la que se debió constituir el ayuntamiento: en junio de 2007. Aquel día los simpatizantes de ANV tomaron el Ayuntamiento (sólo dejaban entrar a quienes querían) y se atrincheraron en el salón de plenos. Cuando dejaron pasar a la prensa fue para denunciar que ellos eran los legítimos gobernantes de Ondarroa.

Bravo admite que hay una vertiente positiva: "Como no hablamos de política, nos centramos en la gestión y se están haciendo cosas fenomenales para el pueblo, sacando proyectos que llevaban años parados".

"Sí, es evidente que el pueblo está más tranquilo", constata Iñaki García, el electo de Ezker Batua que no recogió su acta de concejal por la presión abertzale. Asegura que el termómetro serán las fiestas patronales de agosto, donde, como el pasado año, volverá a haber un programa alternativo al oficial. García dice que la población demanda soluciones económicas en un municipio que hace 15 años tenía 120 barcos y ahora sólo una veintena.

Cerca del Ayuntamiento todavía hay carteles de unas jornadas culturales, organizadas por Herritarren Udala (el gobierno del pueblo). Son de los radicales, que se esfuerzan en realizar una gestión paralela. Félix Aranbarri aún se sobresalta al recordar que, cuando sólo llevaba un mes en la gestora, se encontró en su buzón con el programa de fiestas alternativo y pensó que se había suplantado el oficial. Ondarroa es Ondarroa.

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